Fiesta para comer tayuyos

 Por Gerardo Abreu Ríos

Muchas son las actividades festivas tradicionales del Municipio pinareño de Mantua, casi todas alcanzan gran arraigo, como es el caso de la llamada “Fiesta del Tayuyo” esta se desarrolla cada año en el mes de mejor cosecha de maíz, tratando de que sea lo más cercano posible a la ocasión en que inició esta actividad o se desarrolló por vez primera, para dar paso a su continuidad hasta nuestros días.

Así las cosas y amén de otros recursos disponibles en el territorio que garanticen el aseguramiento logístico y de bebidas varias, se decidió por las autoridades del Municipio,  que la fiesta de este año fuera a inicios del presente mes, pero como otros productos del campo cuando la cosecha lo exige hay que recolectarla o de lo contrario se pasa del ciclo de su terneza, en el caso del grano apropiado, así las cosas y con el recurso que se contó, este año hubo bastantes platos derivados del maíz pero escaseo el afamado Tayuyo, pero eso no impidió que se dieran cita cientos de vecinos del lugar y personas de otros territorios que cada año concurren  para participar de este evento festivo.

Colateralmente hubo juegos de mesa, el deporte ecuestre que siempre está presente, juegos de beisbol, música mecánica y viva, así como no falto por su puesto el punto guajiro que encontró en el poeta Ñicolo al repentista de todos los tiempos en ese lugar, que hacía mucho que no dejaba escuchar su voz sonora, para cantarle al bello valle de Montezuelo o lanzar el piropo adulador a alguna de las mujeres allí presentes, haciéndose más bello su canto al ser acompañado por esa agrupación de talla extra llamada justamente Sexteto “Maravilla” que amenizaba la actividad y brindaba un punto envidiable, el que hizo gala de la condición de “Patrimonio inmaterial” al punto guairo.

Suculentos guisos se expendían en los kioscos improvisados alrededor del centro de la fiesta, torticas de maíz, maíz asado y cocido y otros productos que llevaban impreso el deseado cereal, de igual manera una pipa de cerveza cruda hacia que cedieran la sed de esta bebida, los acalorados asistentes que disfrutaban a su manera de veraniego día, por su parte el pan con lechón y otras golosinas presentaban una adecuada demanda.

El sábado 4 fue el de mayor afluencia y se prolongó con el disfrute de diversas actividades culturales y deportivas, y en la noche se traspasaron las fronteras que limitan una jornada de otra y casi que a las dos y tanto de la madrugada habían muchos que querían continuar bailando como a primera hora, mientras en los campos cercanos se escuchaba el ladrido de los perros guardianes, al paso del boyero madrugador que se alistaba sin ni siquiera dormir, para iniciar una faena o terminar la que habría dejado a medias para asistir a la fiesta, los gallos desprendían su canto rompiendo con el eco que le propiciaran los montículos próximos a Loma China y el valle en su conjunto devenido uno de los más pintorescos de vuelta abajo.

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