El orgullo de ser periodista, con perdón de los lectores

Ciertamente, me invade el orgullo de ser periodista cuando las personas se acercan para agradecer  el último  de mis comentarios en la tele.  Algunos los ven como actos justicieros, otros como reflejos  de situaciones que les han sucedido, y la mayoría como el modo de poner las cosas en  orden.

A nuestra redacción llegan las personas por diversos asuntos, entre los que destacan maltratos, morosidades administrativas, derroches de recursos y solicitudes para arbitrar  allí,  donde los diseñados para atender bien a la población dieron la espalda al deber y dejaron a los ciudadanos en las más profundas dudas.

Nadie tiene la verdad en la mano, ni todas las respuestas, pero si algo es real y constituye un deber irrenunciable es la labor del periodismo en  estos tiempos, en los que, cada vez, ha de ser más valiente y cercano al sentir de las gentes comunes, que no salen en las noticias de la mañana y sin embargo constituyen la fuerza principal de este país.

A nuestra redacción llegan las personas por diversos asuntos, entre los que destacan maltratos, morosidades administrativas, derroches de recursos y solicitudes para arbitrar  allí,  donde los diseñados para atender bien a la población dieron la espalda al deber y dejaron a los ciudadanos en las más profundas dudas.

Nadie tiene la verdad en la mano, ni todas las respuestas, pero si algo es real y constituye un deber irrenunciable es la labor del periodismo en  estos tiempos, en los que, cada vez, ha de ser más valiente y cercano al sentir de las gentes comunes, que no salen en las noticias de la mañana y sin embargo constituyen la fuerza principal de este país.

Las personas que acuden a una redacción informativa,  dan el voto de confianza a una institución defensora de los principios más elementales que sostienen al socialismo en Cuba;  lo difícil de comprender es la insensibilidad que les dejó como única alternativa a un medio de prensa, en vez de acudir, digamos, a una empresa constructora, o a una unidad de servicios.

Por tales motivos, allí, donde la insensibilidad y el subjetivismo hacen presa del ciudadano, está el periodismo de José Martí, del Che, de Fidel,  facilitador de soluciones y verdades; informador certero  y seductor de masas, sin renunciar a la honradez y la esperanza, aunque, como siempre repito, se levanten las ronchas y abunden los  semblantes fruncidos.

Para nosotros los periodistas, sería perverso y carente de optimismo sí, prejuiciados, desalentados   por los malos procederes que a diario conspiran contra la sociedad, dejáramos  de reconocer el bien que habita en la mayoría de las personas y, por tanto, renunciáramos a luchar por lo que es correcto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.