Bueno, bonito y barato

Dicen por ahí que lo bueno, lo bonito y lo barato, no existe. Y yo, con esta carga de sueños por cumplir, que jamás me abandona, creo lo contrario.  Como persona de extracción humilde, soy fanático de la sencillez, y quizás por eso mis conceptos de belleza  nada  tienen nada que ver con lo superfluo.

Si les pidiera mirar por un momento a esta maravilla de la ciencia aeronáutica, muchos estarán de acuerdo conmigo en que, es bello, porque nada le falta, ni nada le sobra.

Dicen que los albañiles que construyeron las primeras aceras de mi pueblo, tenían problemas personales y no se dirigían la palabra, pero esas primeras aceras, sencillas,  mínimas para el paso de dos personas todavía están ahí, después de más de medio siglo. Está visto que a los albañiles les faltaron palabras pero no les faltó el cemento.

No es sencillo comprar un equipo eléctrodoméstico, con especificidades técnicas que, después resultan en un fiasco. No es nada fácil adquirir, digamos, un par de zapatos con el salario de dos meses, y que estos no lleguen a cumplir un mes de uso.

Vuelvo sobre el concepto de belleza, de pulcritud, porque el desorden, en verdad deprime. El asunto no se resuelve con mármoles de carrara,  sino con la vieja palangana sembrada de violetas, con la silla reparada para que la muchacha se siente con su vestido nuevo, o en el banco del parque que ya no aguanta más el pie del filibustero que lo castiga sin piedad, porque, no le pertenece.

Hay que ir por la vida haciendo cosas buenas para dejar huellas de esperanza.  Pero las cosas buenas han de mantenerse, desde el punto de vista de la logística y la conciencia social.  De nada sirve construir, invertir,  gastar millones, si  la obra, no bien finalizada comienza a recibir el maltrato de los indolentes.

Tenemos que encontrar la utilidad en las cosas, y pensar que si se puede, que hay más ideas y materiales insospechados, que carestías y bloqueos.  Las verdaderas soluciones nacen del intelecto, de la necesidad y de la responsabilidad de los hombres con su tiempo. 

Pero hemos de velar porque lo que surge de nuestra condición humana, para disfrute de nuestros semejantes sea bueno, para que cumpla con las expectativas, sea bonito para que en su uso sea agradable, y lo más barato posible, para que esté  al alcance de todos.

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