Fascismo, la ideología de los extremistas

 

 

 

 

 

El fascismo camina sobre la tierra. Dicen que nunca se marchó,  que la más retrógrada de las doctrinas apenas se ocultó de la consciencia de los hombres, esperando que el egoísmo y los extremos la sacaran de su  lecho de muérdago  y espinas.

Así calificó una publicación de izquierda el genocidio israelí  en suelo palestino. Al parecer las lecciones del holocausto fueron tan retorcidas que la Gestapo se quedó pequeña ante la inquina, el cinismo y la barbarie de la soldadesca sionista y sus cabecillas. ¿Acaso no es fascismo?

Los soldados de Pol Pot asesinaban con una azada. Dos millones de seres humanos cayeron escindidos por el filo de la vulgar herramienta de ¿justicia? con la que  pretendían construir una ignominia social;  Netanyahu mata  con excavadoras, fusiles automáticos y la complicidad del Imperio. Diferentes armas, igual genocidio, más refinado, pero igual de horrendo. ¿Acaso no es totalitarismo, dictadura, negación, fascismo?

Un fantasma recorre Europa y USA

 

 

 

 

 

En Europa la cruz gamada  toma las calles  y  resucita las fantasmagóricas turbas de Baviera, posesas por el odio y el resentimiento; son las manos ejecutoras de los sucios manejos  del capital, aupadas por las grandes fortunas de los que sostienen las cuerdas. En América cobra auge la cruz en llamas del Ku Klux Klan ¿Acaso no es fascismo?

Para la administración Trump el totalitarismo es política de estado. Al más puro estilo goebbeliano fabrican mentiras justificadoras de intervenciones, guerras, pillaje y la caída de gobiernos progresistas, sin desechar la selección racial, la deportación, los campos para migrantes- de concentración-  y la fabricación de bodoques manipulables que respondan a la dilapidación de los recursos naturales en los países colonizados.

El fascismo de Hitler y su pandilla ascendió al poder en medio de la frustración de clases y la necesidad de un discurso diferente en aquella Alemania “deshonrada” por la primera guerra mundial. Repitieron tantas falsedades y recurrieron a tantos ardides que, de unos gamberros cerveceros,  colocaron al mundo en el borde del abismo.

El hecho se repite: casi ochenta años después, D. Trump remontó la cuesta de la presidencia de EE. UU. en medio de conflictos bélicos estancados, crisis económica, blancos descontentos, desempleo y mucha frustración. Escenarios diferentes,  idénticas situaciones y el mismo caldo para cultivar la ideología del totalitarismo.

Los pueblos rechazan el totalitarismo

 

 

 

 

 

Por fortuna los pueblos ya no van como leños a la hoguera. Hay un despertar de la consciencia de clase, del sentir ciudadano y de la necesidad de cuestionar el estatus quo del totalitarismo. 

Pero el fracaso del golpismo y la suplantación de gobiernos, vayan o no de la  mano de los yanquis- sin ser demasiado optimista ni crear abultadas expectativas- se convierte en regularidad.

Ni los ejércitos, ni los ciudadanos, ni los políticos- salvo los traidores, anexionistas y vende patria- apoyan las movidas del norte. Aunque vengan en convoyes  de ayuda humanitaria y prometan villas y castillas: todos conocen el cuento de la buena pipa.

Claro está que la fiera no se queda tranquila; por eso moviliza los perro de la guerra, desempolva la corriente ideológica más acérrima del imperialismo, arremete y reclama a voces que a la víctima sea abandonada a su suerte para poder cercenarle la garganta con tranquilidad. Típico del fascismo.

Las víctimas se resisten

 

 

 

 

 

Si Brasil, Argentina y Ecuador enseñaron y enseñan, aún desde los descalabros, lecciones inolvidables a la izquierda latinoamericana, Libia e Iraq transmitieron al orbe experiencias sangrientas y está prohibido olvidarlas.

Venezuela, laboratorio imperial del golpismo y la fabricación de líderes de plástico, adquiere una estructura monolítica y exhibe una cultura de la resistencia como pocas veces se ha visto en el mundo; y es que resistir el empuje del fascismo, combatirlo y destronarlo se ha convertido en la necesidad más urgente de los pueblos.

Para explicar esta reacción mundial, los cubanos tienen una frase: “de los americanos- dicen- estamos escamaos”, que es lo mismo que decir, “fed up”, o sea, llenos hasta la coronilla, saturados del totalitarismo de un gobierno que se pregona democrático. Y no es un sentimiento anti norteamericano el que nos guía, eso ha de estar claro, después de todo el ciudadano de USA es la víctima mayor, aunque no se percate de sus desgracias.

A los intentos enfermizos de establecer un nuevo orden mundial y la porfía por los recursos naturales de otras naciones, hay que imponer la educación política de los pueblos. Estimular el pensamiento crítico y el sentido de nación únicos antídotos contra la quintaesencia del imperialismo, que extiende su manto, salpicado de “socialdemocracia”, engañosa ¿economía? neoliberal y calaveras de tibias cruzadas, recuerdo oprobioso de la peste parda. Puede suceder una vez más.   

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.