Simplemente Alipio

En la vida hay personas que dejan huellas imborrables. Son las que inspiran, los que arrastran al trabajo, los que nunca quedan mal. Por eso, aunque el homenaje pueda parecer tardío, quiero en breves palabras expresar mi felicitación  a un amigo al  que muchos consideramos excepcional.

La vida ha llevado a este hombre por los caminos del bien, sendas  que ni las piedras ni los cardos entorpecen, porque su  marcha  es fuerte y está dicho y comprobado que al sol no se le puede ocultar con un dedo.

A este ser humano incansable, con defectos y virtudes como todos los demás se le puede encontrar donde más fuerte sea el trabajo, donde la creatividad florece y donde haya una idea novedosa por hacer realidad.

Sus cafetos reverdecen, y dan testimonio de paciencia  y constancia, porque si hay una planta que, para dar frutos, demanda amor y tiempo, es el café.

Las obras que llevan el toque de sus manos, florecen en Mantua, porque Alipio y Julio Pérez, otro gigante de este pueblo, del que algún día hablaremos, son así: hombres buenos que dejan huellas, que no entienden de tibiezas  ni justificaciones; son los ejemplos donde hemos de mirarnos, y si hay detractores y melindres, entonces mejor, porque más grande será la simpatía de quienes les reconocen y quieren.

Así es mi homenaje a sus 65 años recién cumplidos, y aunque sus testimonios sean aislados en este material, pues su modestia lo silencia más de lo que quisiera,  en su caso se condensa esa máxima  de que, una imagen dice más que mil palabras.     Gracias Alipio por existir, y dejar cada jornada la piel de tus manos en nuestra querida Mantua.

PD: Olvidamos decir, que es el fundador de Ecos de Mantua, esta publicación que ahora lees se la debemos a él.

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