Amor y respeto

A cualquier hora del día, o la noche, se oye en todo el barrio: “Laura, te he dicho mil veces que no corras más dentro de la casa, me tienes enferma con tus regueros, vas a romper algo otra vez”. Una vez más, Lucía no sabe qué va a hacer con su hija de 5 años de edad. La paciencia se agota y solo se le ocurre una forma en que la niña por fin obedezca…

Quién no sabe que se requiere de mucha calma para hacer frente a la crianza infantil. Pero es necesario aprender a dominar las emociones y erradicar los gritos y la tendencia al maltrato que tanto daña la formación infantil. Lo más importante de todo método educativo, serán el cariño y la paciencia.

Es fundamental tratar al niño con mucha paciencia y afecto, para ayudar a desarrollar poco a poco el autocontrol, la disciplina, la atención, la capacidad de esperar, las habilidades sociales y con ello, la confianza y la seguridad en sí mismo. Es imprescindible aceptarle y no rechazarle ni regañarle continuamente porque corre, hable rápido, o es intranquilo. Recuerde que cada persona es diferente a las otras, entonces, es urgente respetar las diferencias. Esta actitud es importante para lograr que se acerque a sus familiares y poderlo acompañar y guiar. Trátelo con cariño y amabilidad, sin gritos ni gestos de desesperación. Tal vez piense, no es fácil, y así es, porque seguramente está inmerso en múltiples responsabilidades y situaciones, pero si tiene paciencia, pronto apreciará los resultados satisfactorios para su niño, la familia y usted.

Tenemos que ser conscientes de necesitan y merecen padres y madres pacientes; hay que dialogar y razonar, con los pequeños, las decisiones, y explicarle cuándo y por qué debemos esperar en determinadas situaciones. No deben ponerle apodos que propicien que se perciba como malo y despreciado. Es importante darle libertad de movimiento, preferiblemente en áreas abiertas. No significa que se le deje hacer siempre lo que quiere, sino que se le organice su horario de vida, combinando las actividades pasivas con otras intensas, donde pueda saltar y correr a su gusto. No se les debe obligar a estar sentado o ejecutar una actividad más tiempo del que realmente puede.

Para lograr el éxito y contribuir a crearles una conducta adecuada es necesario inculcarles, desde los primeros años, valores y buenos ejemplos. Si se nos acaba la paciencia, como a menudo sucede, reconocer que esto es un problema de mamá o papá y no su culpa.

Para cultivar la paciencia, es preciso asomarnos a nosotros mismos, abordar nuestras carencias, madurar, crecer personalmente y, sobre todo, ponernos en el lugar del otro; más aún si se trata de nuestros hijos.

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