Cuba, el ejemplo imborrable

El ejemplo de Cuba es un hecho y esto es bueno,  o malo, según el ángulo del que se le mire. Mike Pompeo, el de Trump,  tiene el ángulo retorcido, por eso el ejemplo de Cuba le resulta pernicioso.

Los  pueblos se cansan del neoliberalismo ¡Al Caramba los Chicago Boys! ¡Fuera los alumnos de la Escuela de las Américas! ¡Abajo los golpistas parlamentarios!  Así dicen los  indios, los mestizos y los blancos- los blancos también- y a Mike le da por culpar a Cuba.

No ya de su ejemplo, que es grande, incluso más grande que la Columna de Washington ¡Maldito Faro de Alejandría en medio del Caribe!  Al secretario de estado norteamericano no se le ocurre otra idea que el discurso retorcido de la conspiración: la isla es culpable de esta suerte de revolución popular que ocurre en el subcontinente.

¡Que vienen los cubanos!

¡Que vienen los cubanos!– balbucea nervioso el cachorro del Emperador-  Y Cuba no mueve un dedo para crear revueltas. ¡Que son los cubanos! – insiste- Y solo se escucha el eco del ejemplo que, sin proponérnoslo creamos. Son 60 años de lucha sin descanso, y no es nuestra culpa; es de ellos que jamás nos permitieron vivir en paz.

Cuba es un ejemplo, y eso es inevitable

¡Imperdonable! Más de medio siglo insistiendo en el derecho que tiene un pueblo de ser libre e independiente, y eso crea ejemplos, buenos o perniciosos, depende del ángulo con que los miren, o bien los pueblos, o los Pompeos y los Almagros, los Bolsonaros o la voluptuosa que ahora reina en Bolivia.

Cuba bien puede callar, poner un punto a su discurso, silenciar su diplomacia, y no por ello se habría quedado sin voz porque el mensaje ha sido muy alto y claro. No tenemos necesidad de irnos a las calles de Ecuador, de enviar comandos a los barrios pobres de Colombia, o a las favelas de Brasil: allí todos saben lo que significa el ejemplo de esta isla y su gente, sin necesidad de palabras y presencias que en nada contribuirían.

Es cierto, enviamos médicos, pero fueron a curar las heridas del indio, del pobre, del desposeído, de los que jamás tuvieron una oportunidad ¡Ni siquiera una!  No enviamos armas, municiones, soldados, agitadores. No es nuestro estilo. Sabemos respetar el camino que escogen los pueblos por voluntad soberana. Pero no podemos evitar el efecto dominó de nuestro ejemplo.

El ejemplo de esta isla

Mike Pompeo se levanta preocupado, se enrolla en su bata de dormir, calza las pantuflas y, no puede beber con tranquilidad el café aguado de los Americans: Cuba y su ejemplo le retumban en los oídos, le causan temblores del lado izquierdo. ¡I´ll be damned! – exclama- abre su portátil y comienza a escribir la payasada vespertina que saluda a los golpistas, los nombra, “demócratas” al más puro estilo de su “gran y paradigmático” país, y busca sin falta en lo más profundo de su basura intestinal los peores epítetos para Cuba.

A millas de su mullida alfombra, los pueblos siguen en pie de lucha: no hacen falta cubanos en el terreno, el ejemplo de la isla insurrecta es suficiente.

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