PENSAR COMO PAÍS

Tenemos un Presidente que nació con la Revolución. Aún es joven y muestra una fuerza de carácter que no suele verse en el mundo de los que se dedican a dirigir países. Respeta la diplomacia, la forma de decir de la política, pero desecha tajantemente cualquier formalismo que le impida hablar con claridad, dejarse entender de su gente. Es muy práctico, se organiza y compromete a cualquiera que lo escuche con la necesidad de avanzar, de enfrentar cualquier obstáculo y seguir adelante.

En estos días lo hemos visto sereno, seguro de su pueblo y de la capacidad de resistir de estos cubanos que hemos pasado las verdes y las maduras. Ha sido directo al explicar que estamos en un momento difícil. Ha convocado a trabajar, a cumplir y a enfrentar la adversidad con la firmeza que nos caracteriza. Sin embargo, no da paso a la desesperanza, no nos permite desconfiar del socialismo cubano: vamos a superar las nuevas agresiones porque en esta isla no nos ablandamos con amenazas de buitres que esperan un cadáver que no va a llegar.

Son estos los momentos en que hay que pensar como país. Entender que, desde lo que modestamente nos toca, estamos aportando a una nación que se reinventa diariamente para remontar las adversidades que se suceden desde el norte. La vida nos ha enseñado que nada puede ser más difícil que el período especial que ya vivimos y superamos, aunque muchos crean que todavía no termina. En este momento estamos en mejores condiciones porque hemos podido prepararnos para lo que está y lo que va a llegar.

La dirección actual del país se ha fortalecido con la mezcla de pinos viejos y nuevos, todos aportando desde la experiencia y las nuevas perspectivas para resolver los problemas de hoy, que a veces se parecen a los de ayer. Ahorrar vuelve a ser una tarea de primer orden, para que se pueda destinar lo que tenemos a aquellas actividades que son primordiales para garantizar la calidad de vida del pueblo.

Entonces el Consejo de la Administración Municipal tienen su momento de gloria. Puede demostrar a la gente común que es capaz de asumir el control de la situación y lograr que las afectaciones sean mínimas, sobre todo para aquellos a los que no les creció mucho el bolsillo, a pesar de las medidas aplicadas en este sentido. Cada municipio debe adoptar acciones que contribuyan a “aplanar” las complejidades de los suyos y en esto los mantuanos tendremos que inmolarnos como pocos, pues a los problemas cotidianos agregamos los geográficos. Como dijo la periodista: “A Mantua no se llega, por Mantua hay que pasar”. De ahí que la exigencia tendrá que ser mayor en cuestiones de transporte y organización de los servicios, para que cada cual pueda, a su vez, resolver los dilemas diarios de su existir. Este es un municipio diferente y singular, que necesita y merece que se tengan en cuenta las particularidades de quienes lo habitamos, ya que no nos parecemos a otros lugares, no estamos en igualdad de condiciones y, por tanto, no se nos ajustan las mismas soluciones. Hagamos de las palabras del Presidente nuestro escudo de lucha y vayamos al combate con la certeza de hacer de esta villa de estirpe maceísta un bastión inexpugnable de dignidad y soberanía.

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