Los Malagones. Un caso singular de la lucha contra bandidos

He de hablarles de los Malagones, la historia así lo demanda. Durante el Año de la Liberación, la Revolución Cubana tendría que enfrentar las crecientes hostilidades del gobierno estadunidense, aliado  ̶ ̶ ̶̶ por causa común ̶ ̶̶ ̶  a la mediana y gran burguesía agro-ganadera. En este contexto, el Comandante en Jefe Fidel Castro, otorgaría gran importancia al lugar que debía ocupar el pueblo en la defensa del país. Así lo constatan las ideas expuestas durante aquellos primeros momentos:

Cuando yo oigo hablar de columnas, cuando oigo hablar de frentes de combates, cuando oigo hablar de tropas más o menos numerosas, yo siempre pienso: he ahí nuestra más firme columna, nuestra mejor tropa, la única tropa que es capaz de ganar sola la guerra, esa tropa es el pueblo. [i]

Ante las agresiones, la población respondería con unidad. Como ejemplo de lo descrito, serían creadas espontáneamente milicias en numerosos lugares del territorio nacional. Fenómeno que tendría por antecedentes las milicias creadas por las células del Movimiento 26 – de Julio. Estas manifestaciones constituyen premisas en la estructuración de las Milicias Nacionales Revolucionarias.

La difícil situación que caracterizaba la vida de los campesinos en la provincia de Pinar del Río, era conocida por el Primer Ministro. El capitán Antonio Núñez Jiménez en uno de sus recorridos afirmaría: “el Jefe de Gobierno de la nación viviendo así tan sencillamente, al lado de los bohíos más misérrimos, identificándose cada vez más con los problemas de las clases más humildes y necesitadas”.[ii]

Pese a los esfuerzos de la Revolución y su liderazgo, en los campos se infundía el desaliento, el temor a los cambios que se anunciaban. Este ambiente de desconfianza fue propicio para que en el propio año 1959, durante los meses de mayo y septiembre surgieran las primeras bandas contrarrevolucionarias en el territorio nacional.

El Ejército Rebelde en la región de Pinar del Río, desde los momentos iniciales tuvo por misión dar captura a los criminales de la tiranía que huían de los reclamos de justicia. Entre estos se encontraba la banda contrarrevolucionaria organizada por el ex – militar Luis Lara Crespo conocido por Cabito Lara. Sujeto temido entre la población campesina por contar en su historial de crímenes con hechos como la masacre de Cabañas.[1]

Para el mes de abril, no se conoce la ubicación exacta de la banda pero si se tienen algunos indicios de que operaba en zonas de Pons, Viñales, Minas de Matahambre, Sierra Derrumba, Sumidero, El Aguacatal y Pan de Azúcar. En este propio mes ya andaban tras su rastro fuerzas del Ejército Rebelde al mando del comandante Antonio Sánchez Díaz[2] y el capitán Manuel Borjas Borjas. [3]

Una de las acciones realizadas por la banda el 14 de agosto de 1959 evidenciaría el carácter contrarrevolucionario de sus acciones. El asalto a la Tienda del Pueblo en el barrio Pan de Azúcar, posibilitó que se empleara el término bandidos para nombrar a aquellos sujetos. Sin embargo, no se trataba de un hecho delictivo común pues prefirieron robar e incendiar una de las tiendas que ponía la Revolución al servicio de la población.

La acción posibilitó que un pequeño grupo bajo las órdenes de Pinares pudo cogerle el rastro e inmediatamente iniciar su persecución. Al día siguiente una patrulla los intersecta en la zona de Sierra Derrumba[4], en el combate resultarían heridos tres miembros del Ejército Rebelde.

Esta etapa inicial se caracterizó por hechos como este, donde el Ejército Rebelde no contaba con la experiencia combativa necesaria para este tipo de lucha. A ello sumar la organización de las fuerzas militares correspondía a las estructuras del ejército vencido. Las escasas informaciones provenían de los propios campesinos dañados por las fechorías.

La frecuente presencia del Primer Ministro en el territorio pinareño constituía todo un acontecimiento para los pobladores de aquellas serranías. El 31 de agosto durante un descanso en la gran caverna de Santo Tomás, Leandro Malangón comunica el sentir de la población en la zona al Comandante en Jefe. Es en esta ocasión surge la idea de instruir y armar a 12 campesinos, para que apoyaran las acciones del Ejército Rebelde en el enfrentamiento a la banda contrarrevolucionaria de Luis Lara Crespo. Esta decisión se fundamentaba en que ellos conocían muy bien la zona de operaciones, además de ser personas queridas y respetadas entre de los pobladores del lugar.

Así surgen Los Malagones [5], las primeras milicias campesinas en Cuba, una idea que se multiplicó a lo largo de todo el país. Además de servir de sustento para la creación de las Milicias Nacionales Revolucionarias y de las Tropas de Lucha Contra Bandidos (LCB). Para su preparación realizaron un entrenamiento militar en el campamento de Managua, otorgándole solo noventa días para atrapar al cabecilla. Solo 18 días fueron suficientes para cumplir con la palabra empeñada.

Misión que cumplieron con eficiencia y naturalidad, algo que siempre tipificó al hombre de campo en esta región. Este hecho demostró que la Revolución no solo era campesina por las medidas que tomaban en beneficio de esta clase social, también evidenció que estos eran capaces de ir hasta las últimas consecuencias en aras de defender los derechos que históricamente le habían sido negados.

La captura de Lara por estos hombres del campo, fue muestra también de la lucha justa que se libraba, pues un hombre al que se le adjudicaban un total de 17 crímenes, le fueron respetados todos sus derechos y peticiones.[iii] Esta naciente estructura actuó con autonomía en la misión encomendada, algo en lo que también se aplicaría en la creación de nuevos grupos de milicias campesinas.

Cumplida su misión Fidel pide que se presenten de inmediato en La Habana, algo que harán el día siguiente, pues no estaban todos y el herido que estaba siendo tratado. Cuando hacen acto de presencia en el Campamento de Columbia reciben los honores de los oficiales del Ejército Rebelde. Sobre ello Juan Quintín Paz Camacho rememora lo ocurrido:

Al otro día de la captura de Lara, tuvimos el encuentro con Fidel, allí nos preguntó qué íbamos hacer en lo adelante, y al informarle la decisión de volver a nuestros quehaceres, dijo que nos regalaba aquellos fusiles para defender la Revolución, que si íbamos a trabajar la tierra los lleváramos con nosotros…[iv]

Así cumplieron la orden dada por el Comandante, pues continuaron participando en las operaciones de lucha contra las bandas contrarrevolucionarias hasta lograr su completa erradicación.

El descanso fue limitado para estos hombres cuando el enemigo incrementaba las violaciones del espacio aéreo, la organización de bandas contrarrevolucionarias, los sabotajes y ataques objetivos económicos como las plantaciones cañeras. Bajo estas circunstancias no se podía dejar reposar el arma, sobre ello Juan nos recuerda: “Siempre estuvimos en acciones y moviéndonos dentro del territorio, porque después de Lara hubo otras muchas bandas”.[v]

A su regreso en la Comunidad del Moncada sería creado el pelotón # 1, compuesto por 25 compañeros de la comunidad El Moncada. El jefe de este era Juan Quintín Paz Camacho, sobre las misiones que cumplieron Pío Correas uno de sus miembros comenta:

Pues bien, mira, para nosotros fueron días muy difíciles, trabajábamos por el día y entrenábamos por las noches; mira, nosotros estuvimos operando en el Cabo de San Antonio, en Santa Lucía, en Guane, y bueno, la última zona de operaciones fue en Bahía Honda, con la captura de Olivera, y donde fue asesinado por este bandido el compañero Crescencio Rivera Lara, Chencho, quien, como tú sabes, es el mártir de la Comunidad.[vi]

La historia que acompaña a estos doce milicianos simbolizó el inicio de una nueva etapa en la en la defensa de la nación, algo exclusivo de castas o grupo élites de oficiales colmados de privilegios. Desde entonces quedarían fundido el pueblo y el Ejército no solo para construir una nueva patria, sino también para compartir los sacrificios que implicaba defenderla. Sobre el significado de este hecho el autor: José Ramón Herrera plantea:

La historia de los Malagones marcó un hito de primordial importancia para el desarrollo de la defensa nacional, en momentos en que la Revolución se enfrentaba a la reacción interna y a los planes de agresión de la potencia extranjera más poderosa del mundo.[vii]

A ello agregar la opinión del capitán Manuel Borjas, quien más que un Jefe fue su compañero de lucha, cundo responde a la pregunta: “¿Cómo los ve usted a ellos ahora, diecisiete años después?” Donde de manifiesta:

Después de estos diecisiete años que han pasado, yo los evoco y pienso en ellos más bien como un símbolo. Todos ellos son ya un símbolo. Y veo a esta juventud que sale con ese mismo espíritu que siempre tuvieron y que tienen ellos y me satisface y sé que satisface a la revolución. Ése es el mismo espíritu adquirido de ese ejemplo. Todo ellos son gente muy luchadora, muy desinteresada.[viii]

Estos hombres de campo indiscutiblemente constituyen símbolo de la determinación de un pueblo ante los intentos de destruir la Revolución. Sin embargo, su entrega, su compromiso, su impronta, su ejemplo y su carisma los convierten en un caso singular de la Lucha contra Bandidos.


[1]Entre los días 20 al 23 de noviembre de 1958, en el entonces término municipal de Cabañas fueron cometidos un total de 22 asesinatos. Estos actos quedarían impunes hasta después del Triunfo de la Revolución. Este hecho es conocido como La Masacre de Cabañas.

[2] Jefe de las Fuerzas Tácticas que se encontraban concentradas en Guanito. Esta sería una de las primeras responsabilidades que ocuparía a inicios de la Revolución. Comandante que acumuló una larga hoja de servicios a la Revolución hasta caer combatiendo heroicamente el 2 de junio de 1967 en Bolibia.

[3]El Capitán Borjas se convertiría en la figura emblemática del enfrentamiento a las bandas contrarrevolucionarias, participó en la mayoría de las operaciones y luego de dirigir el Sector Norte de Pinar del Río es nombrado Jefe de las Tropas del LCB correspondientes al 6to Cuerpo de Ejército de Pinar del Río.

[4] En la sierra de los Órganos, cordillera de Guaniguanico, 9 km al E del asentamiento Minas de Matahambre. Altura máxima: 357 m. Largo máximo: 2,5 km. Ancho máximo: 1,5 km. Constituida por rocas calizas, masivas estratificadas, fuertemente tectonizadas, suelos esqueléticos donde abunda la vegetación de matorral xeromorfo y cultivos de viandas.

[5] Asumen este nombre, pués el jefe del grupo era Leandro Malangón, pero los Miembros fueron: Leandro Rodríguez Malagón, Antonio Gómez González (El Negro), Juventino Torres Véliz, Cruz Camacho Ríos, Jesús Padilla González, Gerardo Rodríguez Malangón (El Gordo), Melecio Hernández Martínez, José A. Álvarez Camacho (Pepe), Juan Quintín Pérez Camacho, José María LLedias Ceballos (fallecido), Alberto Pérez LLedias, Eduardo Serrano Serrano. 


[i] Castro Ruz, Fidel: Discurso pronunciado en el Campamento de Columbia, el 8 de enero de 1959. p. 2

[ii] Núñez Jiménez, Antonio: El rostro del Latifundio. Revista INRA, Año 1, No. 1, La Habana. p. 6

[iii] Testimonio ofrecido por Juan Camacho Paz en el documental ¨Los Malagones¨. De Tele Pinar dirigido por Jorge Gorgoy Crespo. Salió al aire 26 de octubre 2019. 

[iv] Entrevista realizada a Juan Quintín Paz Camacho concedida al autor el 20 de enero del 2020.

[v] Ibidem.

[vi] Alfonso Carabeo, José y Iraida Camacho Mayor: Los Malagones, doce hombres de montaña. Ediciones Loinaz, Pinar del Río, 2018. p. 45

[vii] Herrera Medina, José R: Operación Jaula, Contragolpe en el Escambray. Ediciones Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2006. p. 5

[viii] Martí, Agenor: Estos doce. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1981. p. 20

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