Mantua, para amarte

Cada veintidós  de enero, es ocasión especial para saludar a nuestra Patria chica; tomar inspiración y decirle: Mantua, tierra nuestra, tierra ilustre y querida, donde nacieron nuestros padres y madres y en la cual serán sepultados; donde esperamos vivir y morir, donde también nuestros hijos germinarán, prosperarán y morirán.

¡Agraciada Mantua! Grande y bella desde siglos, que has sembrado la tierra cubana de preclaros hijos; tierra por la que lucharon tantos valientes desde el primerísimo día de nuestra decisión de guerrear por la emancipación. Tierra madre de hombres abnegados, de héroes nunca olvidados por el pueblo, tus retoños te sirven y aman con toda el alma, y se sienten orgullosos de haber nacido en ti y de llamarse “hijos tuyos”. Amamos tus breves valles y tus pinares quietos; amamos tus monumentos sencillos y solemnes, tus recuerdos inmortales y tu   belleza natural: orgullo de todos y hechizo de quienes te visitan.

Te recordamos siempre desde aquella parte predilecta donde vimos el sol por vez primera y por primera vez escuchamos tu nombre. Te queremos con un mismo afecto desde tus agrestes laderas del este, hasta los inmensos pantanos del intrincado suroeste; desde las impenetrables florestas del norte, hasta los mares que bañan tus playas encaradas  al Gran Golfo.

Honraremos siempre en nuestros corazones el nombre de los hombres ilustres, vivos y muertos, que de ti han nacido; seremos ciudadanos dignos, trabajadores y honrados, preocupados continuamente por ennoblecerte, por hacernos meritorios de ti y de tu historia, por contribuir con nuestras fuerzas a que en tu faz no pulule la ignominia, la impureza, el delito y la injusticia; para que puedas vivir y desarrollarte feliz y tranquila en la majestad de tu fuerza y  derecho,   que llenan la fe  de todos tus renuevos.

Juramos servirte Mantua, con toda la fortaleza de nuestro ingenio, con nuestros brazos, con nuestros corazones y,   si llega el día de dar nuestra sangre y nuestras vidas por ti, lo haremos gritando al cielo tu hondo nombre y enviando nuestro último beso a tu gentil recuerdo de madre bendita.

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