Grito de Independencia

Corría el año 1895 en Cuba, el ambiente insurreccional enardecía el alma de los más osados y valientes de sus hijos, los que no cejaban en el empeño de ser libres y soberanos, mientras José Martí, máximo organizador de la lucha contra el colonialismo español, en los años 1893 y 1894, abría recorrido varios países de América y ciudades de Estados Unidos, con el suscitado empeño de lograr la unidad entre los principales jefes de la guerra del 68.

Martí viajó a Costa Rica, en donde vivía Antonio Maceo, para convencerlo de la necesidad de su participación. Lo mismo hizo con Máximo Gómez, quien vivía en República Dominicana, firmando allí el Manifiesto de Montecristi, que expresaba la necesidad de la independencia de Cuba, a la par acopiaba recursos para una nueva contienda.

En la primera mitad del año 1894, alistaba los preparativos del plan de la Fernandina, en donde se promovía la necesidad de una guerra corta, donde no existiera gran desgaste para el ejercito libertador; así el 8 de diciembre de 1894 firmó el plan de alzamiento en Cuba, junto a los coroneles Mayía Rodríguez, que su caso representaba a Máximo Gómez Báez y a Enrique Collazo  a tal fin nombrado por los patriotas de la Isla.

Listos los preparativos El Maestro embarca junto a otros insignes patriotas desde Haití, al frente de una reducida fuerza militar y desembarca en Playitas de Cajobabo coincidiendo con el Grito de Baire y los levantamientos en varias zonas del oriente de Cuba. Porque ese día festivo en la isla, el alzamiento estaba diseñado para varias regiones, no solo de la parte oriental de Cuba sino de todo el país, aunque en occidente los españoles habían hecho abortar la sublevación.

Desdichadamente, las autoridades españolas descubrieron el pormenorizado plan incautando todo el material logístico y bélico acopiado con anterioridad, no obstante el gran revés que ello significaba, dada la audacia de Martí, éste decidió seguir adelante con el plan armado en la Isla, logrando el apoyo de todos los jefes principales de las guerras anteriores, pero era tal la decisión y empeño que aquel contratiempo, lejos de amilanar a los valientes y decididos independentistas, levantó en ellos el ánimo y el espíritu revolucionario.

Cuba, sumergida en una crisis económica, originada por la malversación de sus recursos monetarios y la imposición de una política férrea y dominante de la corona española, como resultado los cubanos no tenían derechos políticos ni de ocupar cargos en el gobierno, en tanto que en ese escenario surgieron partidos políticos que se oponían a la independencia de Cuba y según apuntes de la época ante la pérdida del control económico la corona subió de tono la represión contra los patriotas de la isla.

En tal ambiente político aumentaban los males sociales, pero a la par iban surgiendo condiciones subjetivas, José Martí con su presencia como líder, el Partido Revolucionario Cubano se consolidaba como una fuerza dirigente y crecía la conciencia de las masas que mantuvieron sus ideas independentistas, así aquella revolución gestada el 24 de Febrero de 1895, llamada por Martí La Guerra Necesaria, fue el reinicio de la gesta libertaria en Cuba, la que junto a la experiencia ya acumulada sirvió de enseñanza para tiempos posteriores desde el punto de vista político-militar, sobre todo en cuanto a la necesidad de un mando único y la unidad de todos los cubanos. En otro orden, muchos tomaron conciencia de que las previsiones del Héroe Nacional Cubano, eran válidas para Cuba y el resto de América Latina, pues él supo comprender a tiempo del peligro que representaba el gigante del norte para los pueblos del continente.

Colonizadores al fin, ante la ausencia de consenso entre los líderes de la campaña, posibilitó que los EEUU encontrara una brecha para aniquilar los órganos representativos de la nación cubana. También se sumó la pérdida de líderes político-militares aglutinadores como Antonio Maceo y José Martí, caídos  en el campo de batalla.

Estados Unidos contempló por 30 años la lucha del pueblo cubano contra los colonizadores españoles, y puso su empeño en apoderarse de la mayor de las Antillas y así lo dejó en claro cuando impidió la entrada de las tropas mambisas a Santiago de Cuba y con el Tratado de París, que ponía fin a la denominada guerra hispano-cubano-americana.

Pero en el año 1959, nada ni nadie pudo impedir que los rebeldes, dirigidos por el eterno Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, entrara a Santiago de Cuba, como firmes herederos de las gestas libertarias que le antecedieron.

Pueblo y nación, unidad correspondiente, hasta nuestros días ha prevalecido el sentimiento patrio, la fe inquebrantable en la victoria siempre, el antiimperialismo crece y se multiplica entre un pueblo que prefiere ser internacionalista para saldar esa deuda de gratitud con la humanidad, que en su momento nos brindo y sigue brindando su solidaridad.

Unidad e independencia ayer, Patria  o Muerte hoy, defender las conquistas alcanzadas siempre y el grito libertario, hacen de Cuba soberana un bastión inexpugnable para preservar la “La Gloria que se ha vivido” como dijera el poeta.

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