Atención: Conejo Malo anda suelto

Ilusos los que contaban con el fallecimiento del reggaetón, porque al parecer buscó la forma de relanzarse. Si usted ha oído cantar a su hija: A mí me gustan bien grandes…” o a su hijo adolescente tararear: Si antes era un hijo de p… ahora soy peor”, entonces ya conoce a Bad Bunny y a su criatura maléfica, el trap.
Quizás le alarmen tan brillantes letras, pero lo cierto es que miles de chicos y chicas corean semejantes invocaciones a la marginalidad, tan fácil, tan normal, como quien se toma un vaso de agua.Y es que estamos ante un fenómeno que cogió a la industria musical fuera del juego. Las letras, en verdad, son puras carroñas, pero la música engancha, hace mover los pies y pone mala la cabeza. Algunos catalogan al trap como el nuevo pop, aunque la mayoría, afortunadamente, prefiera enrutarse en otra dirección.
Y si la industria quedó con la mandíbula batiente, a los padres se les saltaron los ojos. Hace un año era impensable escuchar descripciones sexuales tan explícitas; hoy es imposible, y al menos así se perfila, implantar controles éticos y algún tipo de censura a los intérpretes o los DJ que hacen de nuestros espacios públicos sus cotos particulares para el trap.
Cada generación elige su propia música. Pero aunque el rock, el punk o el heavy metal también fueron considerados inapropiados, en el caso del trap, llama la atención la pobreza de espíritu y la ausencia de reivindicación social alguna.
Con el reggaetón ya teníamos bastante; ahora tenemos que soportar, con total impunidad, a un par de individuos, en un ómnibus o lugar público, enseñar a nuestros hijos toda suerte de barbaridades, sin que la sociedad se inmute. Parece que la autodestrucción está de moda.
Así que, jóvenes, si escogieron el trap para la rebeldía, se equivocaron de género, porque el trap no aspira a nada, como no sea apostar por el barbarismo y la grosería, antesalas del presidio y el olvido.
Padres, madres, muchachas, muchachos, animales salvajes o mascotas, tengan cuidado de salir a la calle, porque, Bad Bunny, el conejo malo, y su bebé andan sueltos.

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