Aun cuando en suelo pinareño existen personas que padecen de la peligrosa enfermedad Covid-19, provocada por el nuevo corana-virus, los más racionales, sin dejar de adoptar todas las medidas indispensables para evitar el contagio y posterior prolongación entre demás semejantes, dedican jornadas de laboriosidad en beneficio de la colectividad familiar y de su comunidad, porque al existir tantas limitantes, cada quien se las arregla para lograr el posible equilibrio entre lo que no tengo lo que se necesita para la existencia misma.
Así, este modesto comunicador social, envuelto en el beneficio que se le ha de dar a una pequeña cosecha de arroz para el auto consumo, se vio abordado por dos pequeñas criaturas: de 8 años una niña y de siete el varón, Geisy y Ántoni ambos solicitaron con insistencia acompañarme a la zona campestre donde existe una casa campesina y el lugar adecuado para darle tratamiento al cereal recién cosechado. -tío, tío, déjanos ir contigo a la vega- en dúo alzaron sus voces, ante tremenda e insistente solicitud acepte la compañía y juntos emprendimos el camino.
Al llegar al hospitalario lugar, los niños quedaron encantados con el entorno y asombrados por el constante tintinear de las aves que circundan el espacio semi boscoso, pero como fue un tanto fatigoso el andar a lo largo de tres kilómetros de distancia que nos separaron de la ciudad y por el lodo que persiste en la travesía, por el llover provocado por el huracán “Eta” recién pasado cerca de nuestras costas, después de saciar la sed, con agua filtrada por una piedra y depositada en una refrescante tinaja, efectuamos una merienda a base de pizza pre elaborada mecanizadamente y cocida en sartén sobre brazas de un rústico fogón, como que la piza estaba caliente y en el lugar escasea el papel, los niños idearon que lo mejor sería sustituirlo por unas hojas de un frondoso árbol, a la vez entre mordisco y mordisco picarescamente me decían: -mi tío aquí si no hay corona-virus ¿verdad? Hice un gesto aprobatorio con la cabeza y me dispuse a realizar la tarea correspondiente, en tanto que mi hermano Rogelio atendía esmeradamente el horno de carbón a punto de ser extraído entre el macizo de pajón y tierra negra que lo cubren para su opción.
Radiante estaba el astro rey en aquella jornada, propio para el secado de arroz y alivio para una familia, al tener garantizada una parte de la alimentación por meses, excelente manera de demostrar que cuando “el hombre se afinca el sol brilla” Como sentencia la frase martiana.
Mientras correteaban los chiquillos e inventaban sus juegos, en su idilio de poseer un caballo, con un pequeño cuje entre la piernas, atado en uno de sus extremos por un arique de la yagua desprendida de la solitaria palma del batey, gozoso estaba yo de verlos correr y no molestarse cuando le indicaba una acción o los conminaba a la ayuda de en sencillas tareas, fáciles de ejecutar pero con provecho tremendo, tanto para el aprendizaje de ser útiles en cualquier acción que se ejecute por pequeña que nos parezca, como por la experiencia que en ese momento vivían, porque en definitiva todos preferimos el campo y acabar con la covid.
RPNS: 2199 ISSN: 2072-2222