La muerte de un burócrata desde el lente de Titón

La muerte nos envuelve, nos asecha, se nos hace invencible; la burocracia, lastimosamente, también. Por eso ver a Titón burlarse de ambas en la película La muerte de un burócrata nos resulta tan divertido. En el filme, la realidad es aplastante. La idea de que Tomás Gutiérrez Alea se burla de la muerte se enlaza, por momentos, con una sátira despiadada de las personas, de lo que somos capaces de lograr -en este caso de retrasar- y de cómo se nos va la vida, de manera literal, en trámites relacionados con la muerte.

En medio de una Cuba convulsa, postrevolucionaria, preñada de actos políticos, condecoraciones y homenajes; en la cual se valora enormemente la afiliación a las instituciones gubernamentales, ponderándose la legalidad y el orden -en ocasiones de manera extremista-, nace el filme de Gutiérrez Alea, con un mensaje altamente crítico de la situación social.

Uno de los méritos de la cinta está en la manera del cineasta a hacer referencias a los grandes del cine, incluyendo escenas tomadas casi al completo de películas icónicas de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, incluyendo del cine mudo. El lente subjetivo de Titón supo reinterpretar estas imágenes, trocándolas con escenas cotidianas de la época y volviéndolas una expresión clara de la cubanía de los sesenta.

Un elemento a destacar significativamente es, sin dudas, la capacidad de Gutiérrez Alea para insertarse en el modelo cinematográfico revolucionario. Teniendo en cuenta su formación pre- revolucionaria, su manera de acoplarse en el nuevo orden y su capacidad para contribuir -desde el cine- en el nuevo proyecto revolucionario, alcanzan su punto máximo en esta película.

La muerte de un burócrta medio siglo después

A lo largo de la puesta, no topamos con significativas imágenes simbólicas, entre las que pueden contarse el empleo de la figura femenina, presente en el arte con fines comerciales; las aves de rapiña, la paloma, el búho y los perros son otras de las simbologías más significativas a descifrar.

De manera general, la película constituye un reclamo popular en contra de las trabas burocráticas, cuyo desenlace nos resulta verosímil. Según declaró el propio Titón para Ibermedia Digital: “se me había ocurrido hacer una película sobre los temas de la burocracia que terminara con la muerte del burócrata, es decir, que concluyera violentamente. Llegamos a este desenlace porque pensamos que la exasperación que normalmente lleva a un ciudadano común todos estos problemas de la burocracia puede inducirlo, inclusive, al asesinato, que no diría asesinato sino ajusticiamiento; o sea, a volverse loco”.  

El filme cubano La muerte de un burócrata, refleja de manera satírica una Cuba nuestra, aun en estos tiempos. Los avatares de un hombre por lograr la sepultura de su tío -tarea encomendada por la viuda- dan cuenta de un lado tedioso que aun afecta nuestra sociedad: papeleos infinitos, necesidad de documentos absurdos, permisos solicitados hasta el cansancio, secretarias indiferentes -de las que se liman las uñas mientras atienden- y directores fantasmas, reunidos en casi todas las ocasiones -o al menos eso te deja saber la secretaria- enturbian la labor titánica asumida por el destacado actor Salvador Wood.

Obra imprescindible dentro de la filmografía cubana, le mereció a su director el respeto y admiración de la profesión, por el acertado empleo de un humor negro y mordaz a fin de explicar el tema, por todos conocido -y sufrido- de una manera novedosa, capaz de mantener en vilo al más exigente de los espectadores.

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