La película de Asiel Babastro

Allí está, en la sala de su casa prestada, arropado por la soledad embriagadora, el hombre de la cara seria. Solo se escucha, además de su voz, el silbar de su canario Julián, a quien llamó como al Apóstol José Martí mientras recordaba su verso: “yo pienso cuando me alegro, como un escolar sencillo, en el canario amarillo que tiene el ojo tan negro”. Un amante de la música, la plástica y el cine, artes puntuales en su vida que lo han hecho, sin duda alguna, el exitoso realizador audiovisual cubano, Asiel Babastro.

“Éramos tan pobres que solo teníamos hambre”, exclamó refiriéndose a su infancia. Fue un montón de hombres antes de ser aquel, pero ahora es director audiovisual. Nació en Morón, localidad de Ciego de Ávila. A pesar de no haber contado con una figura paternal a su lado, esa no fue condicionante para ser feliz, porque se alimentó del olor a tilo de su patio, la sambumbia de su abuela, el bolero como canción de cuna, el ejemplo de su madre y aquellas lecciones del abuelo.

Asiel Babastro Quesada, director de cine. Foto: Tomada de Facebook

Conoció el dolor por primera vez a los 9 años, cuando murió su todo. “No lo he superado, qué larga me parece la muerte del abuelo”, agregaba tras el recuerdo abrumador. En esa cara “tristeresante” él esconde el sedimento de su familia y el agobio de un pueblo cayéndose por pedazos, donde aprendió a darle el valor a un grano de arroz.

El primer video clip lo hizo en su mente, tras la fuerza de las notas emprendidas en una guitarra de la obra Canto Negro, del Aldo Rodríguez, donde vibró por primera vez frente a un instrumento musical. Luego, con la plástica pudo ver y saber representar la luz. Precisaba explotar aquella necesidad de expresión, y con toda esta mezcla devino el séptimo arte, el cine.

En palabras de Babastro, cuando se le salieron los pies de la cuna, fue tras el aire citadino de La Habana, en busca de una cama más grande, como deber con su familia y con él mismo. Intrépido habita la capital, donde continúa su luto moral con la Patria y argumenta que por eso gusta vestir siempre de negro.

La sociedad lo rompe, le accidenta la rutina y los modos. “Yo siempre estoy solo, he estado en lugares con más de mil personas, amigos y estoy solo. Mi poesía es esa, no puedo renunciar a la soledad”. Tras bambalinas disimula los deseos de tomar café con alguien, porque es guajiro, pero los soldados con experiencia no salen a la guerra sin su coraza.

Como evocador, apuesta y trata siempre de lucir en sus vídeos la verdad sobre situaciones puras, algo que vio o sintió. Es un capital de riesgo, sin ahorros o cuenta bancaria; solo produce para un mañana. Su vida es agitada. Piensa que conquistar la admiración del público es difícil, y aunque deguste el invento de la soledad como una cosa definitiva e inevitable, desborda, en confianza, un Asiel cálido y sabio: “Yo vivo”, me dijo.

Lleva en su apellido las historias de las luchas por una Cuba libre y en su persona la admiración a Martí, a la Patria. Ernesto Babastro Casal, tátara-tátara abuelo del protagonista de esta película, fue el autor de una de las pocas fotos que se conoce de Mariana Grajales, madre de Antonio Maceo y quien coordinó, además, junto al Apóstol el Partido Revolucionario Cubano en Kingston, Jamaica.

Él ahora quisiera poder ver a aquellos amigos a los cuales no abrazó lo suficiente, reconociendo que la valía de las personas verdaderas llega con el tiempo y el arrepentimiento por hacer cuanto no hicimos. No está sujeto a métodos, por ello vive el amor a imagen de pleno siglo XXI, donde dice poderse estar enamorado de tres personas a la vez.

“Asiel Babastro hay dos tipos, uno el que la gente se inventa, y otro es quien realmente soy. Yo prefiero quedarme siempre con el segundo y esperar a que las demás personas lo descubran”, comentó al aludir, específicamente, a su personalidad, objeto de enigma para quien lo observa desde las afueras.

Nadie dijo que la vida sería fácil. La constancia y la superación hacen del hombre sus logros, sus sueños. Aunque lo parezca, no está enojado, es la película de Asiel Babastro quien lo hace ver la vida de una manera diferente. “Yo soy eso, todo lo demás es el sedimento y las heridas de guerra”, afirmó.

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