Joya de la cinematografía infantil en Cuba

Por Lázaro Boza Boza

Concluyó el Segundo Festival Nacional de Cámara Chica, quedan los recuerdos indelebles  de lo que impactara en la gran pantalla y las necesarias reflexiones acerca de un  evento que intenta revolucionar el audiovisual infantil en el país.

Talleres de creación, técnicas de guión, animación y musicalización fueron el complemento de un esfuerzo que hacen el Sistema Nacional de Casas de Cultura y el British Council  para que la vocación y el gusto estético se empoderen  del desarrollo de niños, adolescentes y jóvenes de todo el país con inquietudes en el campo de la cinematografía.

Decenas de obras visualizadas demostraron la capacidad y el  discernimiento de los menores para captar realidades cotidianas que  los adultos, por lo general, pasamos por alto. Trabajos  nuevos,  y otros no tanto,  fueron portadores de un himno a la esperanza, a la capacidad para enmendar errores y la elección de los mejores caminos para vivir en harmonía. Entre ellos, “Te presto mis zapatos”, obra finalista en el festival internacional “Ojo de pescado”, celebrado en Chile, la que motivó aplausos de participantes e invitados.

La “prueba ácida” del programa, superada con creces,  fue la muestra cinematográfica expuesta a escolares de los niveles primarios y secundarios de la ciudad de Pinar del Río. Un cine Praga, lleno de curiosidad, ausencia de compromiso y desbordado de energías  aplaudió, chifló, y como se dice en auténtico cubano, gozó los cortometrajes, en los que, de forma individual o colectiva, identificaron sus intereses, motivaciones y afinidades con los eventos proyectados en la gran pantalla.

Todo no está logrado,  y en honor a la verdad, hay mucho por hacer para que Cámara Chica se consagre como un movimiento  definitorio en la producción  del audiovisual infantil en Cuba.

Entre los puntos flacos se encuentran  la escasez de tecnologías necesarias para que  los chicos graben, experimenten y materialicen sus ideas a través de obras terminadas y el asunto pendiente de la continuidad, perspectiva necesaria para que la vocación no se trunque al llegar los menores participantes de este proyecto  a la edad juvenil.

Hasta el momento el perfil universitario para formar profesionales de la cinematografía transita derroteros muy alejados de los municipios pinareños y orientales donde este movimiento se ha hecho fuerte, por citar los ejemplos más significativos.

De todas formas, y a pesar de dificultades materiales, que en algún momento serán superadas, Cámara Chica es un acierto del Sistema Nacional de Casas de Cultura  y la misión del British Council en la isla.

A este último,   por el hecho de haber sido el detonante y mantener un alto espíritu de cooperación,  el agradecimiento ha de ser imperecedero.

A partir de ahora los mayores esfuerzos han de centrarse en lograr que no se pierda el talento de una generación que ha encontrado en el audiovisual una forma de dignificar al ser humano, las relaciones familiares,  y la perspectiva de ser cada día mejores ciudadanos.

 

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