Democracia de facto en Bolivia

Jamás imaginaron los atenienses que la palabra democracia,  designada para definir un sistema de gobierno por el pueblo, terminaría por degradarse tanto en Latinoamérica.

En nombre de la democracia caen las oscuras granizadas de la represión y los golpes de estado financiados por el gobierno de los Estados Unidos y ejecutados, manu militari, por los lacayos de la derecha pro yanqui en el subcontinente.

Le tocó a Evo y después de su salida forzada, no cesa la persecución política, porque los que hoy continúan pensando con enfoque de pueblo en Bolivia, ahora son tachados de sediciosos y acaban de recibir la orden de, “huir porque serán cazados”.

Nueva democracia contra los indios

Debemos llamarnos al pragmatismo y el sentido común:   Morales es un indio que tuvo la osadía de construir un país a partir de una nación tan empobrecida que, es casi imposible imaginar el esfuerzo de su gobierno para situarla en el mapa mundial en apenas 13 años.

Practicó como nadie la democracia, pero sus detractores no toleran el tono cobrizo de su piel, su rostro ancho y su pelo grueso.

Todos dicen, golpe de estado, y no discrepo pero, en mi caso prefiero decir  golpe racista, porque la élite nunca aceptó que originarios de ponchos y sombreros  tomaran el poder político.

Eso no se lo perdonaron jamás, y no importó el crecimiento económico de Bolivia, el hecho de estar la nación a las puertas de la industrialización y su gobierno indígena haber materializado tantos logros sociales: el Imperio siempre se hace la misma pregunta despectiva: ¿Quién ha visto carboneros- léase indígenas, campesinos y mineros- con zapatos?

Al imperialismo ni un tantico así

Hubo errores de percepción. Una foto reciente del generalato boliviano  lo dice todo: altos, blancos, caucásicos, rasurados, vestidos a lo Keitel, o a lo Romel,  protagonistas de sospechas tristemente confirmadas.

Mesa perdió y le dio perreta- el guión se les salía de  control a Almagro y su pandilla- , Camacho alentó a la violencia asegurado por el  dineros de la rubísima Ivanka y los militares, fieles discípulos de la Escuela de las Américas, “no hicieron nada”. ¿Y qué decir de la policía de Bolivia, cuyos efectivos provienen de las clases más humildes, e creíblemente se plegó a los testaferros del capital?

Ahora Jeanine Áñez es presidenta de facto; una especie de Guaidó 2.0 con dudosa moral según videos que circulan, intenta borrar el Movimiento al Socialismo MAS de la faz de Bolivia.

Le motivan el oportunismo político, su egocentrismo mediático y las órdenes sacrosantas del poder, allende la cordillera, ávido de los recursos naturales de la patria de Evo. ¿Se puede esperar algo más? ¡No!

¿Qué pasará en Bolivia? Nadie lo sabe; lo único cierto es que habrá una batalla enconada entre la verdadera democracia y la hipocresía manchada de sangre, y más temprano que tarde el mundo verá regresar a un hombre bueno, convertido en millones.

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