Cuento antes de dormir y algo más…

Un cuento para el niño; la vieja costumbre de contarle una historia a los niños antes de irse a la cama, resulta idónea para llevarle mensajes educativos y reafirmar hábitos. La conversación, la narración de fábulas y poesías sencillas que pueden aprender desde pequeños, ayudan a desarrollar su vocabulario y el interés por saber más.

El afán de saber constituye una rica fuente para la adquisición de experiencias y conocimientos. Desde pequeños hay que familiarizarlos con los libros. Más tarde, cuando dominen la lectura, llegará el momento de atesorar los propios cuentos. La combinación de la lectura con juegos y recreación, proporcionará a su tiempo de ocio una opción instructiva.

También resulta conveniente hablarle de la importancia que tiene para su futuro el hábito de la lectura. Pero este no brota espontáneamente, requiere de motivaciones únicas, como son las que nacen en la infancia y que la familia tiene el deber de incentivar cada día. Es en la intimidad del hogar, donde la lectura dejará de ser una obligación para comenzar a convertirse en una vocación, en una pasión, en un deleite que nunca cesará.

Un cuento y el hábito de lectura

El desarrollo del hábito de lectura no es solamente responsabilidad de la escuela. Este se debe formar desde la niñez. Los primeros años son esenciales para fomentar el amor por las letras. No es lógico pedirle al niño o la niña que lea si alrededor ve personas que jamás toman un libro, incluso, un cuento sencillo, un periódico o una revista en sus manos.

Nunca es demasiado pronto para empezar a leerle a su hijo o hija. Incluso en esa etapa en que comienza a hacer sus propios sonidos y a repetir en serie, sílabas o palabras. Hay mucho que papá y mamá pueden hacer para para estimular, a la par que el desarrollo del lenguaje, el interés por el conocimiento. Comiencen hablándole mucho, pronunciando correctamente las palabras y enseñándole láminas de animales o de muñecos. Ya es hora de leer el librito que contiene el cuento que siempre posponemos, no importa que no los entienda. El bebé escucha lo que dicen.

A medida que crece, se apropia de palabras, de conocimientos. Entre los dos y los tres años, los niños son capaces de combinar palabras y frases cortas, seguir instrucciones no complejas y sostener conversaciones más largas. Es la oportunidad de leerles narraciones sencillas. Dile qué está pasando en la historia y hazle preguntas al respecto.

También puedes inventar tu propio cuento. Puedes presentarle un juguete, enseñarle las partes por las que está compuesto o pedirle que las identifique, sugerirle que le ponga un nombre, contarle una historia o hacerla juntos.

El mundo de los libros

El mundo de los libros es algo que padres y madres pueden utilizar para despertar el interés de los niños y niñas por conocer el mundo circundante. Los cuentos infantiles fomentarán el deseo de aprender a leer. Trata de hacerlo todos los días y procura que ese tiempo esté lleno de amor y comprensión, a la vez que resulte entretenido.

Para ello, articula expresiones de humor, emplea diferentes voces y haz gestos que lo diviertan. Pero también hay que saber cuándo parar, si el infante pierde el interés o se muestra cansado.

Si en el día a día de tu pequeño llega a existir un momento íntimo y agradable en el que mamá o papá, o los dos juntos le leen un cuento o miles de historias maravillosas, estarán erigiendo los cimientos de una relación eterna con la lectura. Un infante acostumbrado a este mundo fabuloso, puede comprender mejor lo que se le dice y pedir las coas que quiere. El hecho de ver a su familia ocupada en la lectura, posibilita la imitación en el niño o niña. Por eso, entre tus regalos, además de juguetes, deben estar siempre los libros, desde aquellos para que aprendan a colorear y les ejerciten la mente con acertijos y trabalenguas hasta los clásicos de la literatura infantil.

Aprender también a no maltratar

Como parte de esta enseñanza diaria deben aprender también a no maltratar, romper ni escribir las páginas de los libros. Que los atlas o diccionarios grandes conviene hojearlos sobre una mesa, y que cuando deba utilizarlos por un tiempo, como los de la escuela, será mejor forrarlos para conservar las cubiertas.

Saber leer no es solamente la decodificación del lenguaje escrito, sino una fuente de cultura y de desarrollo personal. Es entrar en un universo fascinante donde se dan cita la fantasía y la realidad, a la par que constituye un vehículo cultural íntimo y portador de conocimientos disímiles. A fin de cuentas, la lectura es un proceso infinito, como lo son las posibilidades del ser humano para crear o descubrir algo nuevo cada día.

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