Tres de Mantua

I

El telégrafo de 1904 en Mantua      

1896…
La avanzada mambisa tiene la misión de destruir la línea telegráfica que une a Guane con la guarnición española más occidental existente entonces: la guarnición de Mantua.

Los peninsulares han hecho todo lo posible por contener el alud de fuerzas insurrectas que avanza hacia el último reducto del poniente, pero no logran proteger todos los objetivos que les son de importancia vital.

Dos jinetes localizan como de pasada el hilo telegráfico y lo cortan a machetazos por varias secciones…
No habrá comunicación con la guarnición  Mantuana, no señor…

No se recogen muchos datos acerca del telégrafo Mantuano; tan solo se tienen vagas ideas acerca de su uso por los militares españoles que lo implantaron como un servicio de campaña en los años finales del siglo XIX para utilizar sus ventajas en las comunicaciones necesarias entre las tropas inmersas en la conflagración bélica.

Al entrar las huestes mambisas en nuestra villa, el 22 de enero de 1896, las comunicaciones telegráficas del ejército de la metrópolis, pueden haber sido cortadas para impedir el empleo de las mismas por los españoles.

Un mes más tarde, el 22 de febrero de 1896, ante la posibilidad de que el poblado cayese nuevamente en manos del ejército, es incendiado por las fuerzas invasoras y sus habitantes, convirtiéndose este en otro Bayamo de occidente.

De la quema de Mantua sobrevivieron pocas instalaciones de las entonces existentes. Evidentemente fueron incendiadas con más saña aquellas que servían a los hombres de la metrópolis, por lo que se supone que las posibles dedicadas a las comunicaciones, incluyendo el soporte de hilos hayan desaparecido o fuese seriamente dañado.

Según parece, algunos tramos quedaron inertes entre los extensos bosques que existían por toda la región, hasta los límites de Guane, allá por el río El Salado.

Valle de Mantua

El 20 de mayo de 1902 se instaura la Pseudo república, bajo la bochornosa tutela de los Estados Unidos de América; la vida, no obstante, se encauza nuevamente sobre los rieles de la tan esperada paz. El 3 de octubre de 1902, casi 134 días después del «ascenso» de Estrada Palma al poder, se reunieron en el Ayuntamiento de Mantua los Concejales de la municipalidad. Presidió esta sesión el Señor Alcalde, Manuel Quintana Silba, quien luego del acto de presentación, cedió la palabra a los señores, Manuel Peláez y Augusto E. Fors, Primer Teniente Alcalde y Secretario respectivamente, quienes presentaron un informe acerca de la intención de tender la línea telegráfica entre Guane y Mantua, el que reproducimos textualmente.

«Mantua (…) Octubre de 1902.

Señor Alcalde de Mantua.

Señor: Los que subscriben, Primer Teniente Alcalde y Secretario de este Ayuntamiento, comisionados por el mismo para el estudio de la línea telegráfica comprendida entre este pueblo y el río Salado, y formación del presupuesto aproximado de un costo, después del estudio detenido sobre terreno, tienen el honor de someter a usted las siguientes consideraciones: Primero: El Ayuntamiento de Mantua teniendo en cuenta las proposiciones del Gobierno de que se le coloquen en pie los postes y en el lugar en que deben ser colocados el alambre y aisladores, haciéndose cargo de su instalación y demás gastos, deben acordar de inmediato la colocación de postes y adquisición de materiales para que cuanto antes se encuentre este pueblo gozando de las excelentes ventajas que le reporta el telégrafo.

 Segundo: para la primera parte, o sea, colocar en pie los postes necesarios, no debe hacer el municipio gastos de ninguna clase. La opinión del vecindario (…) es de prestarse sin inconvenientes de ningún género, con su trabajo personal, bueyes y carretas hasta dejar en su sitio toda la portería.

Tercero: Para la adquisición de alambres y aisladores, teniendo en cuenta las circunstancias por las que atraviesa el término, no debe molestarse en lo más mínimo a los contribuyentes; esta sería una indirecta contribución que la mayor parte no podría satisfacer y que a todos desagradaría. El importe de esto es mínimo y debe el Ayuntamiento aprobarlo integro.

Cuarto: Para la formación del presupuesto se ha tenido presente el siguiente calculo: De este pueblo al río salado (…) hay tres leguas por el sitio que se encontraba la antigua línea, cada legua necesita en su extensión setenta y seis postes que hacen un total en las tres y media leguas de doscientos sesenta y seis postes con otros tantos aisladores.- El alambre necesita (…) veinte y un paquetes de a cuatro pesos, sesenta centavos- Según se ha podido observar puede aprovecharse gran cantidad de alambre y aisladores que se encuentran en buen estado.

Quinto: De los 266 postes que se necesitan hasta el Salado puede asegurarse que no llegan a 125 los que habría que colocar; existe gran número de postes vivos aprovechables. Sexto: El siguiente cálculo lo juzgamos aproximado:

Aisladores 266 a 11 centavos……………… ………………… $ 29. 26

Alambre 16.800 metros a 4.60 cada 800 metros……….. $ 96. 60

Total…………………………………………………………………… $ 125. 86

(…)” 
Entre las recomendaciones hechas por ambos Mantuanos se encontraba la de destacar un individuo conocedor de la zona para que recorriese la línea y ubicase por medio de señas o marcas el emplazamiento futuro de los postes; se sugería además recoger los tramos de alambre que aún quedaban de la antigua línea española para abaratar el costo de la nueva.

La consideración básica del ayuntamiento se expresó en el acuerdo de hacerse cargo de la tarea, por las grandes ventajas que esta traía para los Mantuanos. El referido concordato se desglosaba en cada una de las sugerencias hechas por los Señores Peláez y Fors.

Esta vez, aunque fuese por un hilo telegráfico precario, quedábamos unidos al mundo.

II

Historia del Monumento al Soldado Invasor.       

Fue el incansable León Brunet, Villareño de Cuna, pero Mantuano de Corazón, el cubano a quien debemos los hijos de esta tierra mantuana el imponente Monumento al Soldado Invasor, perpetuo homenaje de la Patria a aquellos que dejaron todo para entregar la vida y conquistar la libertad y la luz. Que la Patria necesitaba.

Abogado y periodista, El Doctor Brunet, desde la década del 20, del siglo pasado, dedicó todos sus esfuerzos a luchar por el mejoramiento de Mantua. No hay una sola obra, una sola conquista mantuana lograda entonces, en la que no esté presente su actividad tesonera y su voluntad inquebrantable.

En 1929 por su propia iniciativa presentó una moción a la Asociación de Prensa de Cuba, con la cual pretendía- y así logró-, a través de la referida institución, realizar una colecta pública nacional para obtener los fondos necesarios que pagasen la construcción de un monumento que perpetuara la memoria de los mambises invasores y realzara a los ojos de Cuba y del Mundo a Mantua, como índice del Patriotismo Cubano y altar digno de la nación.

Obtuvo de su empeño, Brunet, la cifra de nueve mil ochocientos pesos, los cuales guardó celosamente, a la par que concertó un concurso al que se presentaron ocho maquetas, obras de escultores y arquitectos cubanos, con las que proponían la estructura del futuro monumento.

Monumento al Soldado Invasor

Para tomar la decisión final, el Doctor Brunet y la Sociedad de Prensa de Cuba, convocaron un jurado compuesto por personalidades de nuestra cultura e historia, tales como el Dr. Salvador Salazar y Roig, catedrático de la Universidad de la Habana, El Comandante del Ejército Libertador, Alberto. Antonio Salazar, entre otros, los cuales decidieron el proyecto del consagrado escultor Juan J. Sicre y el Arquitecto José M. Bens y Arieto.

El precio fijado para ejecutar la obra fue de diez mil pesos, sin embargo, la pericia y personalidad de Brunet, y el patriotismo de Sicre, acordaron la cifra de ocho mil, que era el monto recolectado.

En 1932, en acto celebrado en Mantua, se colocó la primera piedra, eligiéndose el centro de la vía pública, donde debía confluir la carretera Guane- Mantua con el inicio de la Calle real, actual Calle José Martí.

Las obras comenzaron pocos meses después de esta ceremonia. El 100% de los materiales empleados fue traído por mar, hasta el puerto de los Arroyos. Como dato curioso, vale mencionar que al fundir la columna que sostiene la escultura, se colocaron dentro del hormigón dos botellas lacradas conteniendo monedas y periódicos de entonces, tal como era la costumbre.

El parque aledaño fue construido, tiempo después, con el dinero de los contribuyentes mantuanos, quienes en sesión del Ayuntamiento, el 30 de Mayo de 1933 acordaron destinar 350 pesos para el mismo, pero no fue hasta 1935 cuando se materializó esta idea, siendo entregado el Monumento un año después de su inicio.

El 19 de septiembre de 1933, a las 4 de la tarde, el Monumento al Soldado Invasor, entró en la Historia de Cuba, y con él, Mantua, el joyel de occidente; sin embargo, no fue su inauguración oficial hasta el 4 de agosto de 1935, bajo el mandato del Dr. Ramón Granda, alcalde mantuano entonces.

Deja entrever el Señor Antonio Capín, Secretario del Patronato Local, varios años después en el Capítulo I de los Estatutos de dicha organización, que hubo malintencionados que mediante oficiosidades y alabancias intentaron convencer al Doctor Brunett para que el Monumento fuese construido en un parque en … La Habana.

El hecho de estar erigido en Mantua, no conlleva a comentarios adicionales.

Baste decir que El doctor, inflexible en cuanto a honor, decoro y simpatía sincera por Mantua, llevó a cabo su empresa legando a las actuales y futuras generaciones un pedestal de cubanía, un monolito de acción por la Patria y también, por qué no, un ejemplo deslumbrante de como la constancia, el deber y el amor derriban obstáculos y erigen obras eternas.

III

Un monumento cuenta su historia.       

Allá por los últimos meses de 1951, la Profesora de Instrucción Pública, Señorita, Gladys Morejón Soria, villareña de cuna, radicada en La Habana y ocasionalmente residente Mantuana, de la calle José Martí, propuso erigir un monumento dedicado a las madres, en nuestra villa. Fue tanto su candor, devoción e insistencia que los vecinos organizaron una comisión para recaudar fondos, los que en pocos meses resultaron suficientes para tan ilustre obra.

La Señorita Morejón, en persona, contrató los servicios del escultor, Tony López, un habanero que puso afán sincero en la obra encomendada, terminándola en el temprano abril de 1952.

En mayo, Antonio Capín, uno de los vecinos más célebres, prominentes y útiles de nuestro pueblo se trasladó a La Capital, contrató un porteador y se fue hasta el domicilio del escultor de marras, donde embaló personalmente la estatua de “Las Madres” y se trasladó con ella por ferrocarril hasta Guane, donde arribó a las doce de la noche del siguiente día.

Una vez en la estación, otro Mantuano: Severo Serranos, lo acompañó en la vigilia, hasta que, en el camión de Carlos bordón, quien se dedicaba al tiro de madera en la zona, la trasladó hasta Mantua, donde fue depositada en el mismo sitio donde fue erigida días después.  Aquel señor, Carlos Bordón, no quiso cobrar nada por su acción, argumentando que “’él también quería aportar un granito de arena a tan noble causa”.   El sitio elegido, en el cual todos los Mantuanos de ayer y de hoy, disfrutamos de la pose tierna de la obra escultórica, está ubicado siguiendo la calle José Martí, a unos 700 metros del Monumento al Soldado Invasor, adentrándose en la Villa, a la derecha, en lo que todos se han dado en llamar “La curva”.

Cuentan los mayores que el pedazo de terreno escogido tenía un declive muy pronunciado, por lo que fue necesario rellenarlo y compactarlo reiteradamente para lograr el nivel adecuado.

Alrededor de la estatua de 146 centímetros, que representa una madre amorosa sosteniendo un niño en sus brazos, se situaron bancos semicirculares y aceras para el disfrute del lugar.

El once de mayo de 1952, día de las madres; en las primeras horas de la noche, con la presencia de las autoridades civiles y militares de la villa, alumnos de las escuelas públicas y demás pobladores se inauguró el primer Monumento de Homenaje a las Madres del Poblado y el Municipio.

Los niños recitaron poesías alegóricas y la consagrada maestra, Josefína Muñiz Carrillo, recitó entre sollozos y lágrimas, sus versos del alma.

El niño Francisco Peláez Quintana leyó a manera de resumen un bello discurso que junto con su ejemplar maestro, Roberto Carbonell Fors, preparó para la ocasión.

El 5 de agosto de 1952, con motivo de las fiestas por el Día de la Virgen, fue plantada una ceiba justamente en el cauce de una profunda zanja que limita el parque por su izquierda, entrando al mismo. Estuvieron a cargo de este simbolismo los alumnos y maestros de las escuelas públicas de entonces.

A partir de la inauguración del monumento, durante cada año, el día de las madres, por medio de la Junta de Educación, se reunía el pueblo para rendir el homenaje justo a las Madres mantuanas representadas en la efigie.

Al triunfo de la Revolución esta tradición la retomó, hasta nuestros días, el Comité de Defensa de la Revolución, Antonio Rojas, de la referida demarcación.

Dulce y desafiante al paso del tiempo, se yergue el tótem de Las Madres, de Mantua, protegida por los poderosos gajos de la ceiba que nació junto a ella, para la posteridad y orgullo de todos nosotros.

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