Mantua de Cara al Siglo XX

El 1ro. de enero de 1900, Mantua, sumido como otros tantos pueblos de la Vuelta Abajo en la miseria y la desolación, de cara al nuevo siglo XX, comenzó a  levantarse, lenta, pero muy lentamente, de las cenizas de la guerra a pesar de que las hostilidades  habían cesado ya casi  dos años atrás.

El 5 de febrero de 1900, tuvo lugar la primera sesión del Ayuntamiento mantuano en el nuevo año del nuevo siglo. El cónclave discutió una situación bochornosa para los cubanos: la precaria situación económica en la que se encontraba María Cabrales, viuda del Titán de Bronce, según el Secretario de la Comisión Popular Restos de Maceo. A través del comunicado leído en la sesión, se pedía  apoyo pecuniario para ayudar a vivir a quien fuera esposa del más bravo guerrero de nuestras gestas de independencia, debido a la indiferencia mostrada hacia ese y otros casos de veteranos de guerra o familiares de estos, muertos en combate. En la reunión, se acordó enviar la simbólica cifra de dos pesos mensuales a partir del 1ro de enero de ese año, o sea, con carácter retroactivo, y hasta el 30 de junio, pero sólo cuando fuera discutido el presupuesto 1900-1901.

Los primeros ecos de que en Cuba se instauraría una República gobernada por un ciudadano nacido en la isla llegaron a Mantua en junio de 1900, cuando el día 16 se convocó a las primeras elecciones después de haber sido abolido el status de la isla como Colonia española, por primera vez en la historia, a través del voto popular, aunque pocos mantuanos en realidad estaban aptos para acudir a las urnas y negros y mujeres tenían vedado ejercer el derecho al sufragio.

Desde las elecciones, José Fors y Perdomo, aquel mantuano brillante por su actuación durante la guerra, venerado por casi toda la comarca, continuaría frente al consistorio hasta la toma de posesión del nuevo alcalde y su labor como buen ciudadano no cejó un momento en pro de la defensa de los derechos y el progreso del territorio, en medio de las aguas que comenzaban a enturbiarse a voluntad de los políticos y politiqueros del patio.

Fors hizo valer los derechos de Mantua, de pertenecer a la zona fiscal de Pinar del Río y no a la de Guanajay, como erróneamente lo había decretado la secretaría de Hacienda, Fors tuvo la brillante idea de dividir al municipio en barrios a través de la siguiente estructura, cada una con su alcalde de barrio: Mantua, Montezuelo, Guayabo, Lázaro, los Arroyos, Santa Isabel, Cabezas, la Ceja, Macurijes y Bartolo; creó también Fors las comisiones permanentes para realizar un estudio del estado político, económico y social en que había quedado el municipio Mantua después de la guerra y el período de ocupación norteamericana. En lo económico, aquel estudio arrojó como resultado, el 4 de febrero de 1901, día en el cual  Fors presentó un balance administrativo, que la existencia en metálico dentro del territorio mantuano era de solo 1 729 pesos y 80 centavos, una cifra irrisoria y alarmante.

 Los últimos logros de José Fors y Perdomo frente al ayuntamiento de Mantua fueron: la anexión de parte del territorio del municipio de Baja suprimido por orden militar No. 93 de 1900  y la fijación de los límites con Pinar del Río; la reconstrucción del cementerio civil; el proyecto de carretera para mejorar las comunicaciones con el vecino municipio de Guane y de levantar un nuevo puente, con estructura de hierro, sobre el río Mantua así como conformar la brigada para  la ejecución de esta importantísima obra en junio de 1901.

El 1ro de julio de 1901, tomó posesión el nuevo alcalde Manuel Quintana Silva, hijo de Antonio Quintana y Bernaola  alcalde dos veces y juez durante el período colonial y hermano del patriota mantuano Maximiliano Quintana Silva. Manuel había nacido en el pueblo de Mantua el 17 de junio de 1869. Junto a él fueron electos para ocupar sus cargos en la alcaldía Manuel Peláez Suárez como primer teniente alcalde y Antonio Pérez Guerra como segundo teniente alcalde;  los concejales Pablo Suárez Jordá, José Fors y Perdomo, que continuaba así su carrera política en el ayuntamiento, Frenando Poviones, Alberto Noste, Antonio Izquierdo, Simón Docal, otro veterano dentro del consistorio, Pedro Pitaluga y Francisco Miranda Hernández.

Emeterio Santovenia y Echaide, el emérito historiador mantuano, quien precisamente le tocó  vivir aquel período, lo caracterizó así:“Con paso más tardo, en menos de esfuerzos menos entusiastas, corrieron los  años siguientes […], el Alcalde Manuel Quintana Silva no demostró hallarse poseído de grandes alientos, y su labor no revistió sino caracteres modestísimos. Obedeció a ello en realidad al criterio económico a la sazón reinante en el país y si sus empeños pudieron parecer escasos y humildes también lo eran sus egresos e ingresos exentos de toda exacción exagerada y nivelada entre ocho y diez mil pesos”. (1)

El 20 de mayo de 1902, tomó en la Habana posesión de su cargo el primer presidente de la República de Cuba, Don Tomás Estrada Palma, acontecimiento que, en Mantua, pueblo que se restablecía lentamente de las heridas de la guerra, no tuvo ninguna trascendencia en el mismo momento de la celebración; alejado considerablemente y aislado de la capital, sin periódicos que circularan con inmediatez y una población abrumadoramente pobre y analfabeta, el acontecimiento pasó totalmente por alto, según testimoniaron después quienes vivieron en esa época; salvo quizá una reunión del ayuntamiento para celebrar la efeméride después de darse por enterados a través de los hilos del telégrafo, sólo diez o doce personas, nadie más celebró en Mantua, lo que acontecía en la Habana.

 Entre 1900 y 1902,  habían comenzado a levantarse en el centro de Mantua edificaciones de madera machihembrada y tejas, o ladrillos y tejas con amplios ventanales de balaustres, típicas del período colonial, algunas de las cuales se conservan aún hoy. Así inició Mantua el período republicano, con andar lento e inseguro, en medio de calamidades y pobreza, en un turbio panorama político por venir.

En la sesión celebrada el 10 de febrero, los señores Reyes y Macías propusieron a los miembros del consistorio ceder, sin intereses algunos, dos espaciosos salones al fondo de una casa en la calle José Martí No. 51 para instalar las oficinas del Ayuntamiento y utilizar el edificio de madera machiembrada y tejas donde, provisionalmente, se encontraban estas como aulas para la escuela de varones en tanto fuera construido el nuevo plantel educacional que albergaría, también por separado, las aulas para las niñas.

Como los habitantes de la pequeña villa de Baja optaron, a poco de ser incendiada, para establecerse en el pueblo de Dimas al amparo de la ayuda que les facilitó Pedro Murias; el 17 de mayo de 1900 se determinó repartir el del antiguo municipio entre los términos municipales de Pinar del Río, Viñales y Mantua. A tal efecto, el 22 de abril se reunieron en la hacienda Macurijes perteneciente al municipio Baja, específicamente en el local donde se encontraba la antigua tienda de Diego Gutiérrez, representantes de los ayuntamientos que se hacían cargo de recibir los territorios pertenecientes a Baja, según  se acordara en el citado cónclave. La comitiva mantuana estaba presidida por el alcalde José Fors Perdomo e integrada por los miembros del consistorio Antonio Pérez Guerra y Gustavo Docal Urquiola,  mientras que la de Viñales la componían Tomás GuguanzoArenchagua, Crecencio Carrillo González y José Román Gutiérrez. Pinar del Río no asistió.

Se acordó en el transcurso de la reunión que el municipio de Pinar del Río absorbiera los barrios Francisco y Nombre de Dios,  así como las haciendas aledañas Jobo, Gramales, Francisco y Managuaco; Nombre de Dios, Río del Medio y Santa Lucía. Mantua se anexaba los caseríos Macurijes Primero y Macurijes Segundo, la extensión donde estuvo enclavada Baja y las haciendas San Ramón, Macurijes, Yaguasas, Varona, Bartolo, la Manaja y Ciego Largo. Viñales, por su parte absorbía los barrios Malas Aguas, Pimienta y Peña Blanca y las haciendas Corralillo de Inés de Soto, Malas Aguas, el Sitio de Morales, Matahambre, Pan de Azúcar, Peña Blanca y Quemados de Pineda.

 Respecto al cementerio de Baja, ahora dentro de los límites del municipio Mantua, pero utilizado por los habitantes del caserío de Río del Medio y sus inmediaciones, perteneciente después del territorio bajense al municipio Pinar del Río, se acordó contratar un custodio a fin de evitar la profanación de sus tumbas por vándalos inescrupulosos.

El 17 de mayo de 1900, el cabildo mantuano acordó donar al Ayuntamiento de Pinar del Río cinco pesos como contribución para comprar un terreno en el cementerio de esa villa capital de la provincia, destinado a construir la tumba y un monumento a la patriota vueltabajera Isabel Rubio.

En la reunión ordinaria del 25  de junio, los integrantes del Ayuntamiento  mantuano rechazaron de plano una disposición del secretario de hacienda  a través de la cual se pretendía subdividir la isla en dos zonas fiscales, asignando Mantua a Viñales y Consolación del Norte (hoy la Palma) a la segunda zona que terminaba en Guanajay. Los miembros del consistorio votaron por unanimidad emitir un decreto a favor de que Mantua continuara perteneciendo a la zona de Pinar del Río.

Ese mismo día, se terminó de acondicionar las aulas para la escuela pública mixta de hembras y varones, separadas para cada uno de los dos géneros, así como las oficinas provisionales del ayuntamiento.

Las nuevas elecciones para constituir el cabildo mantuano tuvieron lugar el 1ro de julio de 1900, utilizando el mismo procedimiento

NOTAS

  •   Santovenia y Echaide Emeterio. Historia de Mantua, 85-86

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