150 Años del Inicio de la Guerra Grande (1868-1878) La Conspiración de Enrique Dámaso Rubio y Díaz en Mantua, a 150 años de aquel intento de Rebelión

Por Enrique Pertierra

El eco de la campana de La Demajagua se escuchó en la campiña mantuana no bien Céspedes llamó a todos los cubanos a edificar la Patria en la mañana del 10 de Octubre de 1868.

Independientemente de que en toda la Vueltabajo prevalecía el sentimiento pro español, en Mantua se conspiraba contra la metrópoli desde 1867. El artífice de la conspiración, doctor Enrique Dámaso, venía fungiendo como síndico del ayuntamiento mantuano y a él se debieron notables medidas de corte social aprobadas en esa institución gobernativa. Su desacuerdo con la política de la metrópoli en Cuba, lo condujo a criticar abiertamente la situación deprimente en la cual se encontraba la región de Vueltabajo.

Enrique Dámaso Rubio y Díaz vino al mundo en los Remates de Guane; hijo del ilustre doctor Antonio Andrés Rubio y Díaz  Pimienta y nieto del no menos célebre doctor Antonio Matías Rubio y Varelo, natural de Vereda Nueva. Antonio Andrés había llegado a la jurisdicción de Nueva Filipina en 1830 y siendo todavía muy joven volvió a contraer matrimonio – del que nació Enrique- en Paso Real de Guane, luego del fallecimiento de su primera esposa.

Decidido a luchar contra la dominación española, el doctor Rubio y Díaz se enroló en un movimiento revolucionario nacido en la jurisdicción de la Nueva Filipina y fue alejándose de sus obligaciones como representante del gobierno colonial en el  entonces más extenso de los partidos vueltabajeros. Sus reiteradas ausencias a las reuniones del cabildo de Mantua trajeron como consecuencia que se declarara vacante su plaza el 15 de mayo de 1867.

Con un grupo de patriotas mantuanos entre los que se distinguían Eusebio Sayas, Tomás Tamayo y José Agustín Pérez, el doctor Enrique Dámaso Rubio y Díaz fraguó un alzamiento simultáneo en varios puntos del partido y se escogió el 24 de diciembre como fecha propicia para que el movimiento del personal involucrado en la revuelta se confundiera con el tradicional vaivén de las fiestas navideñas.

Dámaso Rubio se trasladó la víspera desde Guane hasta la finca Santa Lucía y desde allí al cercano caserío de Montezuelo, pero la mayoría de los complotados no se presentó por temor a las medidas de seguridad tomadas por la guardia civil, en prevención de cualquier intento de rebelión.

A fines de diciembre Eusebio Sayas y Tomás Tamayo fueron detenidos, condenados a diez años de privación de libertad y enviados a las prisiones de La Habana.

Al quedar desarticulado el grupo, Enrique Dámaso Rubio y Díaz no tuvo otra alternativa que tomar el camino del exilio. En el extranjero continuó su constante quehacer revolucionario en pro de la libertad de Cuba hasta la firma del Pacto del Zanjón.

Clima de inseguridad y sospechas en Mantua durante 1869

 Pese a que después de estos sucesos de fin de año las cosas tornaron aparentemente a la normalidad, las alarmadas autoridades coloniales, sorprendidas por las muestras de inconformidad y rebeldía en la Vueltabajo a sólo dos escasos meses del estallido de la guerra, despacharon el 17 de     febrero de 1869 dos compañías bajo las órdenes del coronel Sandoval, que recorrieron los partidos de San Juan y Martínez, San Luis, Mantua y Baja, con el fin de intimidar a la “agitada e intranquila población” de esas comarcas.

A principios de abril, la columna de voluntarios que operaba en San Juan, Guane y Mantua, regresó a Pinar del Río conduciendo un grupo de prisioneros acusados de conspirar contra la Corona. Días después los reos traídos desde Mantua fueron recluidos en las cárceles de la ciudad pinareña.

El propio mes de abril otro suceso vino aumentar el estado de sospecha, tensión e inseguridad en que se vivía en Mantua. El Estado Mayor del Ejército Español comunicó al comandante general de Vueltabajo que según informes de inteligencia obtenidos en New Orleans, los organizadores de una gran expedición en ese estado de los Estados Unidos pretendían hacerla desembarcar en el litoral norte de Mantua, con el objetivo de iniciar la guerra en el extremo occidental cubano.

En reunión ordinaria celebrada en el ayuntamiento el 18 de septiembre de 1869, se dio lectura a una comunicación del teniente gobernador y presidente del ayuntamiento de Pinar del Río  en la cual se alertaba a los mantuanos sobre la remota pero posible “invasión” al extremo occidental cubano por fuerza del Ejército Libertador y se  recababa  ayuda de voluntarios para defender el territorio de los presuntos invasores calificados en  el texto como “enemigos de nuestra nacionalidad”.

El cabildo consideró oportuno crear comisiones en cada uno de los tres partidos del municipio, compuestas por el Capitán Pedáneo, los concejales y un vecino. La comisión de Guane estuvo presidida por Antonio Abín, la de Baja por José Carbonell y la de Mantua por Simón Fors y Espriú. El 5 de octubre, en sesión extraordinaria, el ayuntamiento mantuano se adhería a la moción del ayuntamiento de La Habana donde se demandaba estar listos para “hacerle frente a los enemigos de la corona”.

No obstante, un grupo de mantuanos liderados por el procurador público José Lorenzo Castañeda continuó conspirando contra el poder español durante casi todo el año 1869. Para reunir a los adeptos de la causa cubana, Castañeda tocaba su órgano durante algunos minutos en su residencia. Pero nuevamente un delator dio al traste con las aspiraciones de los amantes de la libertad de Cuba;  José Lorenzo Castañeda fue apresado y condenado a largos años de prisión que pudo conmutar por la deportación a Sevilla.

El 7 de Enero de l870, Se analizó en el cabildo de Mantua una comunicación de la Junta  General  de Hacendados, con el fin de crear la Guardia Civil de toda la isla y se tomó por acuerdo celebrar una sesión extraordinaria el l3 del propio mes, en la cual participarían los l6 mayores contribuyentes. Ese día, los hacendados más ricos de Mantua, estuvieron de acuerdo en cooperar con el gobierno colonial en el financiamiento de la guardia civil de la región, cuyo carácter represivo era más que evidente.

De esta forma se pretendió  “apaciguar” a los enemigos de la corona. Aunque  en los ánimos de muchos mantuanos continuaban latentes las inquietudes independentistas.

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