El nombre de nuestra Cuba, de la mayor de Las Antillas

     El Gran Almirante de la Mar Océana llegó al Nuevo Mundo dando nombre a lo que nombre tenía ya; como europeo y  miembro de una “raza superior” a la que aquí encontró, se arrogaba el derecho de hacerlo, así como de tomar posesión de cada tierra que hallaba a su paso a nombre de los reyes de España. Era la idiosincrasia de su época.

     Colón bautizó a la mayor de las Antillas con el nombre de Juana, en honor al príncipe Juan de Aragón y Castilla, heredero a la corona como hijo que era de Fernando e Isabel, los que patrocinaron el viaje exploratorio del Gran Almirante (erróneamente se ha sostenido que fue en honor a Juana I de Castilla, quien en realidad solo pudo aspirar a la corona tras la muerte, el 4 de octubre de 1497, del príncipe Juan). Con posterioridad a la Perla de las Antillas se le llamó Isabela, en honor a la reina Isabel I después de heredar la corona (ya Colón le había dado ese nombre  en octubre de 1492 a una isla del grupo de las Yucayas, hoy Bahamas, la isla Crooked, luego  de la colonización por los ingleses de esas tierras. En 1515, al quedar comprobado que Cuba era la mayor de las  Antillas, la rebautizaron Fernandina –en honor a Fernando II de Aragón-, nombre que ostentara desde 1492 la isla más grande explorada por Colón durante su primer viaje a estas tierras en el grupo de las Yucayas o Lucayas, la isla Long; y hasta se  le trató de poner Santiago, el nombre de la primera villa capital  de Cuba fundada en la parte oriental de la isla por el conquistador Diego Velázquez en 1515.

     Fue en la isla que los nativos llamaban Samaet, y que él había bautizado Isabela, que el Gran Almirante escuchó hablar por primera vez a los autóctonos de unas tierras de mayor tamaño y más ricas llamada, la más grande, Cuba, la otra Bohío y así lo anotó en su diario de navegación el mismo 21 de octubre de 1492, antes de enfilar proa en dirección a donde decían los nativos: “… otra isla grande, mucho que creo que debe ser Cipango según las señas que me dan estos indios que yo traigo, a la cual ellos llaman Colba (…), y de esta isla otra que llaman Bosio que también dicen qués muy grande …”. (1)

     El Gran Almirante había escrito mal los nombres de ambas islas, las  mayores de las Antillas, pero más adelante los rectificó:

     Quisiera hoy partir para la isla de Cuba, que creo que debe ser Cipango según las señas que me dan esta gente de la grandeza de la y riqueza, y no me detendré más aquí…” (2)

     Así escribió el martes 23 de octubre y en lo adelante siempre lo haría así, como aparece en el diario el día 24, el día26 –ese último día la citó dos veces-, el 28 y siempre Cuba después. En cuanto a Bohío, rectificó en sus anotaciones del martes 3 de noviembre –lo cita dos veces junto a Babeque, nombre dado por los aborígenes a una isla-; el viernes 23 de noviembre y en lo adelante en todas sus anotaciones.

     Caritaba le decían los autóctonos de aquella región insular  a la “costa de tierra firme” (3), según se ha hecho constar.

     “También se cree que Bohío (4) significa casa, y lo usaban con frecuencia los indios, para dar a comprender la mucha población de una isla ___está plasmado en un documento del siglo XIX__. De aquí que la continua aplicación de esta voz á la Española llamada también Haytí, que quiere decir tierra alta y alguna vez Quisqueya (el todo) para espresar  su mucha estención.

     “La mala inteligencia de estas y otras palabras causaba á Colón perpetuos errores. Algunas veces confundía a Babeque con Bohío (5), como si fueran una misma isla; otras creía que deberían ser diferentes y estar situadas en diversos puntos; y Quisqueya suponía que significase Quisaí o Quinsaí (a saber, la ciudad celestial) de la cual como se ha dicho, había formado tan magnífica idea por los escritos del viagero veneciano” (6).

     Muchos historiadores e investigadores han abordado el tema –como el periodista y escritor Fernándo Dávalos con más de diez años de indagaciones en su haber- con el objetivo de poner en claro, lo que en claro está: el origen y etimología de esta palabra, enredando cada vez más la madeja e incluso iendo más allá del autoctonismo para tratar de endilgarle un origen hispano-morisco.

     Así, algunos han creído ver en Cuba una derivación de la palabra ciba, que en arahuaco significa –a decir de ciertas traducciones de las cuales siempre soy receloso-, “piedra”, “montaña”, “cueva” y todo porque – a decir también de quienes sustentan esa tesis- los taínos de Haití llamaban a la mayor de las Antillas Ciba, se supone debido a que, en condiciones de muy buena visibilidad, desde su tierra podían divisar las montañas más altas de la “tierra próxima”. Juan Blas Rodríguez en un artículo titulado ¿Quién nombró a Cuba?, publicado en Internet en 2013, decía que la voz ciba “… se supone que, además de haber originado el nombre de Cuba, es también el origen de otras voces como siboney, cibao, cibucán, siguanes, cigua. El nombre siboney __continuaba diciendo el periodista de Radio Enciclopedia__ se atribuye a que los aborígenes cubanos vivían en cavernas o cuevas” (7).

     Pero volvamos al Diario de Navegación del Gran Almirante para dilucidar este enredo, obra de historiadores e investigadores, no sé sabe con qué intencionalidad.

     Colón escribió erróneamente la primera vez Colba, luego  aparece en el diario siempre Cuba, así sucedió también con Bohío, escribió primero Bosío. Colón escuchó estas palabras –y las oyó más de una vez, según las reiteradas anotaciones en su diario- por boca de los taínos yucayos o lucayos y no de los haitianos, pues aún no había visitado Haití, viaje que realizó después de haber estado en la mayor de las Antillas. Entonces, ¿por qué relacionar Cuba con Ciba –palabra esta que no aparece nunca en el diario-, si la primera existe también en el vocabulario arahuaco que hablaban los taínos lucayos y los de Haití, además de ser raíz de otras y de generar otras tantas muy parecidas? ¿Por qué creer entonces que el Gran Almirante escuchó Ciba y escribió Cuba, si en realidad por error plasmó en su diario Colba las tres fonéticamente distintas, Cuba y Colba más parecidas?

     Según el Diccionario Indígena Taíno de Héctor A. García:

     “El vocablo tiene dos raíces indo-antillanas: coa, lugar o sitio y bana, grande. Aglutinadas estas dos raíces resulta coabana. La fermentación del vocablo trae cuabana, como tenemos en Puerto Rico coamo y cuamo, designando un río y un lugar de la isla. El polisintetismo trae la contracción de la palabara y  tenemos entonces cuaba y cuba finalmente. Pedro Mártir, en su carta CLXIV a Pomponio Leto, dice: ¨Esta región de anchura desigual, que los indígenas llaman Cuba” (8).

     Para Héctor A. García el significado de Cuba es “sitio grande”, a pesar de aceptar  que Bachiller y Morales en su obra Cuba Primitiva plasmó en la página 255 que el significado de la palabra no está determinado.

     Por otra parte, Cubanacán llamaban los taínos cubanos a  la parte central de la isla y está recogido así por los primeros cronistas, incluso Colón creyó al oír la palabra que le estaban hablando del Gran Khan y Cubao es una población del cacicazgo de Magua, en la Española. Según el Padre las Casas, los aborígenes de esa isla llamaban Cubao a la porción norte del cacicazgo de Macorix (T. V., p. 258) y por Cucubano conocían los taínos de Borinken  (Puerto Rico) a un insecto fosforescente, especie de luciérnaga parecida al cocuyo.

     Desafortunadamente muchas de las islas que encontró Colón a su llegada al Nuevo Mundo y en viajes posteriores perdieron sus nombres originales y hasta los que el propio almirante les dio.

     Las Yucayas (9) devinieron Bahamas “gracias” a la colonización inglesa y todas sus islas adoptaron nombres anglosajones; Haití conservó su nombre arahuaco, mientras Quisqueya se convirtió en Santo Domingo y Borinken en Puerto Rico; la isla Guanabo frente a la costa oeste de Haití se convirtió en Gonaives por corrupción francesa de la voz arahuaca.

     Cuba también conservó su nombre original, a pesar de haber sido Juana, Isabela Fernandina y por poco Santiago, como su primera villa capital.

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