Un monumento cuenta su historia: el Soldado Invasor

Un monumento cuenta su historia. Fue  el  incansable  León  Brunet,  villareño  de  Cuna,   pero  mantuano  de corazón,  el  cubano  a  quien  debemos  los   hijos  de   esta   tierra     el    imponente   monumento   al   Soldado Invasor,   perpetuo  homenaje  de  la Patria a  aquellos   que  entregaron  la  vida para  conquistar   la   libertad  y  la  luz que la Patria  necesitaba.

El también abogado  y periodista,  desde  la  década  del  20,   del   siglo  pasado,  dedicó    esfuerzos   a  luchar   por  el  mejoramiento  de  la villa mambisa de occidente.  No hay obra por sencilla que sea, o conquista de entonces, en la   que no   esté su impronta   tesonera   e   inquebrantable.

En  1929, Brunet y Ramírez presentó  una  moción  a  la   Asociación  de Prensa  de Cuba,  con la que pretendía-   y  así   logró-  realizar  una   colecta   publica    nacional  para  obtener   los   fondos  necesarios   que   pagasen  la  construcción  de   un   monumento  a   la  memoria  de  los  mambises   invasores.

El conjunto sería un símbolo ante los ojos de Cuba y del mundo que imprimiría a Mantua el realce y el colofón del patriotismo, como altar venerado de la nación.

Se perfila el monumento

Para construir el Monumento, Brunet recaudó nueve mil ochocientos   pesos. Ese mismo año la Asociación  de Prensa  de Cuba,  lanzó  un  concurso  al que se   presentaron    ocho   maquetas,  de  escultores  y  arquitectos  cubanos.

Un  jurado  compuesto  por  personalidades   de  entonces   como  el  doctor Salvador Salazar y Roig,  catedrático  de  la Universidad de  la  Habana y el comandante  del Ejercito  Libertador,  Alberto Antonio  Salazar,  optó por la propuesta del  escultor Juan J. Sicre  y  el  Arquitecto José  M. Bens  y  Arieto.

El   precio   fijado por la obra rondaba los diez mil   pesos, pero el artista cobró solamente la cifra recolectada.

Manos a la obra

La totalidad  de  los  materiales   llegaron  por  mar,  hasta  el  puerto  de  Los  Arroyos.  Al   fundir  los cimientos de la   columna   que   sostiene  al Soldado,   se  colocaron  dentro  del  hormigón  botellas  lacradas   con   monedas  y    periódicos  de   entonces.

En 1932,  en  acto  celebrado  en Mantua,  se  coloco  la  primera   piedra,   eligiéndose   el  centro  de   la   vía   publica,  donde   debía   confluir  la  carretera  Guane- Mantua   con   el  inicio de   la calle  real,  actual  José  Martí. Las obras comenzaron unos meses después.

El   parque  aledaño  se construyó tiempo después,   con  el  dinero   de  los  contribuyentes  mantuanos,  quienes,    en  sesión  del  Ayuntamiento,   del  30  de Mayo  de  1933    acordaron  destinar  350   pesos  para  el  mismo.

El   19  de  septiembre de 1933,  a  las  cuatro  de  la   tarde,   el monumento   al Soldado Invasor,  entró  en la historia  de  Cuba, y  con  él,  Mantua, el  joyel  de  occidente;  sin  embargo,  no  fue  su inauguración  oficial  hasta el   cuatro  de   agosto   de   1935,   bajo   el   mandato  del doctor,  Ramón   Granda,   alcalde  mantuano.

Décadas después, el señor  Antonio  Capín, secretario  del entonces Patronato   Local,  reveló la existencia de oficiosidades    y    alabancias para convencer   al  doctor   Brunett    de construir el monumento  en  un parque  en … La Habana. El hecho de estar en Mantua, no deja lugar a otros comentarios.

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